19 de mayo de 2010

Objetivos y energía

Por un lado, están los que planifican todo el tiempo.


Se fijan objetivos, piensan cómo harán cada cosa.

Con frialdad, definen cada paso a seguir.

Por otro lado, los que van por el mundo flotando entre los sucesos.

Que los lleve el viento a dónde quiera. Que la energía cósmica los direccione.

Con frescura, dan el paso que la intuición, o simplemente el mismo camino, le marcan.

Los dos extremos.

El primero, con todo lo necesario para acertar y sentirse que el mundo es suyo. O para fallar en el logro del objetivo y optar entre lamentarse o empezar de nuevo.

El segundo, con la posibilidad de sentir que el mundo le deja ser lo que es y que si no es de otra forma es porque no debería ser. Aceptar lo que logre, porque todo lo que pase estará bien.

Entre ambas formas de pensar, miles de grises y un abismo inconmensurable.

La razón, la obsesión, el estrés, la pasión, la sabiduría, la tranquilidad y la paciencia. Todas mezcladas y esparcidas en los dos polos de las actitudes hacia vida.

Sentirnos los dueños de nuestro propio destino. O conscientes de que el destino no existe y que solamente sucede que todo se acomoda como es debido.

Linda tarea la que tenemos de definir de qué lado queremos estar.

Y de pensar si debemos permanecer en ese extremo en todos los órdenes de la vida.

Por las dudas, debemos evitar la decisión fácil y pragmática de "diversificar el riesgo" y guiarnos un poquito por cada polo.

Mejor definirse y meter todas las fichas en un solo lado. Tomar la decisión y apostar todo por la idea o la razón que guíe nuestras actitudes, conductas y comportamientos.

Así nos enseña Hollywood... al fin y al cabo en las películas el personaje que generalmente atrae más al espectador es el que se juega por sus ideales, que no escatima esfuerzos para ser quien quiere ser, y el que está dispuesto a perderlo todo por un sueño.

Una pena que en la vida no podamos hacer como en los DVD... aquello de poner diferentes finales para la película, ni podamos guardar o borrar las escenas que no nos gusten.

Entonces, la consigna es clara: no debemos caer en la indefinición, en el valle de lo gris, y definirnos de qué lado estamos.