29 de febrero de 2008

Así somos

Me gusta cuando la gente es consciente de lo que hace, dijo el psicólogo
No soy materialista, dijo el banquero
Todo marcha sobre ruedas, dijo el capitán del barco
Hay que verlo con el arquitecto, dijo el ingeniero
Me gustan quienes van de frente, dijo el agente encubierto
Lo mío es siempre de buena fe, dijo el abogado
Tenemos todo bajo control, dijo el jefe de la policía
Lo que me gusta es improvisar, dijo el ajedrecista
Hay que ser original, dijo el imitador
Lo mío es puro vértigo, dijo el equilibrista
Te tomo la palabra, dijo el contador
Me gusta andar sin vueltas, le dijo el taxista al turista
Lo hago por mi público, dijo el artista (y el narcisista)
Te recomiendo lo natural, dijo el ingeniero genético
Prefiero decidir sobre la marcha, dijo el planificador financiero
No hay nada que hacer, está todo bien, dijo el consultor
Te lo digo de onda, dijo el porteño
Me gustan las cosas concretas, dijo el filósofo
Lo mío es ir a la segura, dijo el jugador de póker
Te la hago fácil, dijo el burócrata
Hay que ser realista, dijo el soñador
No te lo dejo corto, dijo la peluquera (y el mohel)
Tenés que vivir con los pies en la tierra, dijo el piloto de avión
No te vas a arrepentir, dijo el gerente del casino
Hay que comer menos harina, dijo el panadero
Esta es para toda la vida, dijo el vendedor de computadoras
La apariencia es lo de menos, dijo el arquitecto
No sabía nada, dijo el periodista
Somos carne de cañón, dijo el general
Es un placer servirle, dijo el esclavo
Se acabó la corrupción, dijo candidato
Cada uno tiene lo que se merece, dijo el militante de izquierda
Me conformo con poco, dijo el capitalista
Yo soy un tipo simple, dijo el oligarca
Está todo claro, dijo el radiólogo
Ya basta de abusos, dijo el financista
Me molestan aquellos a los que se les va la mano, dijo el ginecólogo
Prefiero solo que mal acompañado, dijo el guía turístico
Me revienta andar corriendo de un lado a otro, dijo el maratonista
Hay que cortar con la mala onda y dar energía positiva, dijo el vendedor de diarios
Podés contar conmigo, dijo el traidor
Seguro que no falla, dijo el programador de sistemas
No hay que mirar atrás, dijo el historiador
Hay que meterle ganas y darle para adelante, dijo el pesimista
Yo me encargo solo, dijo el ecologista
No me gusta meterme en lugares oscuros, dijo el proctólogo
Mejor andar sin rodeos, dijo el paseador de perros (y el relacionista público)
Con las minas de otro no me meto, dijo el minero
Nada como la comida casera, dijo el cocinero del restaurante
Yo no me la creo, dijo el cineasta
Me gusta hacer la mía, manejar mis horarios y tomar las cosas con calma, dijo el motoquero
Siempre hay que ir un poco más allá, dijo el control aduanero
No hay que dejar nada librado al azar, dijo el croupier
Estoy en mi mejor momento, dijo el enfermo
No me gusta meterme en cosas de otros, dijo el detective privado
Hay que dejar pasar algunas, dijo el que controla el peaje
Me revienta esperar, dijo el paciente
Nada como la libertad, dijo el domador de fieras
Lo importante es la salud, dijo el vendedor de golosinas
Nada como dar la cara, dijo el titiritero
Soy un tipo de principios, dijo el extorsionador
Hay que tomar las cosas con seriedad, dijo el chistoso
Lo hacemos por los consumidores, dijo el empresario
No me vengan con inventos raros, dijo el empleado de la NASA
A veces es mejor no cambiar y quedarse así, dijo el vendedor de autos

¿Se te ocurren más? Esperamos tu contribución al texto “Así somos” en el blog Juego de Palabras, http://dariocutin.blogspot.com/

21 de febrero de 2008

Contáctenos, queremos su opinión

Para pautar temas en Juego de Palabras le agradeceremos se contacte con nuestro departamento comercial a cutind@hotmail.com. Tenemos excelentes precios y promociones para optimizar el posicionamiento de sus productos, servicios y organizaciones. Recibimos pagos en efectivo, instrumentos financieros y especies. Se aceptan canjes.

Por temas editoriales puede dirigirse a cutind@hotmail.com, pero le alertamos que si lo suyo es un pedido de cobertura de algún tema en particular será remitido de manera inmediata al departamento comercial.

No atendemos por teléfono porque estamos muy ocupados procesando solicitudes de publicidad y artículos pagos, entre otros temas de vital importancia para nuestra subsistencia. Además, todavía no hemos contratado un call center en la India, en Costa Rica, o en Córdoba, Argentina. Nuestro CAPEX para el 2008 no lo tiene previsto por el momento.

El compromiso de responsabilidad social corporativa de Juego de Palabras incluye que la empresa donará el 0.0000000000000000000000001% de sus ingresos a la Fundación Juego de Palabras, una organización sin fines de lucro que trabaja con numerosos terceros interesados en promover el uso totalmente desinteresado, innecesario, juguetón e inservible del lenguaje.

¿No nos conoce y cree que leyó esta información por error? No se preocupe, visite http://dariocutin.blogspot.com/ y lo entenderá todo.

A pedido: caer en la trampa

El gran problema de la comunicación ha sido siempre, es ahora y será para el resto de los días la retroalimentación.

Cuando uno escribe o realiza cualquier acto de expresión sin un fin determinado, o con un fin diferente al de obtener ciertas respuestas y sugerencias, puede verse en la difícil situación en la que estuve hoy.

Hace casi 20 años que tengo este punto de vista: el problema es el diálogo, porque lo que la otra parte diga puede afectar irremediablemente el curso de las palabras, e incluso hasta de la acción. Eso es sumamente peligroso, amigos.

Un monólogo, en el mejor de los casos en privado, no tiene interrupciones ni se ve afectado por las opiniones y comentarios de terceros. Fluye como uno quiere. Es casi la expresión de la libertad más absoluta. Es el estado más puro de la falta de diálogo.

La retroalimentación es un flagelo aterrador porque siempre genera inconvenientes, como el de hoy, día en que he caído en la trampa de la comunicación. Peor aún, para que la paradoja sea mayúscula, he sido objeto de un pedido de alguien que se dedica a las relaciones públicas (como yo, para los que no saben cómo me gano el pan y las empanadas).

Esa persona me ha solicitado que escriba sobre un tema en particular. Es decir, fue activada una modalidad no planificada para este blog: el formato “on demand” o “a pedido”.

Desde el fondo de mi conciencia surge una frase de ética elemental que se salvó de la negrura general de la misma: “no hagas lo que no te gustaría que te hagan”.

Eso lo aprendí hace más de 16 años en mi casa. El 33% de los lectores de este blog (si mis dos hermanas lo siguen leyendo) puede corroborar este comentario.

Por lo tanto, debo suprimir la tentación de apelar a las respuestas fáciles, aunque lacerantes:

1. Te agradezco la sugerencia, pero ese tema no coincide con la línea editorial de este blog (no importa que sea desconocida para la mayoría de la gente, o incluso para mi mismo)

2. Es un excelente pedido, se lo voy a presentar a mi editor (no tengo, ni tendré, ni merezco tener uno, aunque me ayuda gente muy buena que me avisa cuando se me escapan errores de ortografía, pero no me escracha destacándolos en la sección de comentarios).

3. Lamento decirte que no aceptamos sugerencias de temas. (¿Por qué no?, ¿acaso no puede ser parte de un juego de palabras también responder al inicio del desafío temático?)

4. Ya cerré el blog de hoy y no tengo espacio. (Lo que sobre en un blog es espacio).

5. Veré si lo puedo incluir. (La acción clásica es evitar la publicación y esperar a que la persona que solicitó el tema se olvide del asunto o no persevere. Esto es imposible, quien me hizo el pedido me ve casi todos los días en el mundo real, y ahora me lee en el virtual, entonces hace que esta estrategia sea infructuosa).

Si no puedo negarme, sucede un efecto gramatical y matemático ineluctable: dos negaciones afirman. Ahí está el detalle casualmente… tengo que escribir sobre el tema que me han solicitado incluir en mi blog, lo que significa que transgreda a sus tres principios editoriales fundacionales, que son evitar escribir sobre lo siguiente: las cosas que me pasan o que hago, la gente que conozco, y las relaciones públicas.

Traiciono mi intención para respetar mi ética personal, por eso escribo sobre lo que me solicitaron: mi opinión acerca de qué significa prestar atención al detalle:

1. Es parte de la forma de ser de una persona. Es el interés de que no se nos pase nada, es sentirse responsable y estar atentos a todo el 100% todo el tiempo. Refleja el respeto a los otros y, por lo tanto, a nosotros mismos (en este momento necesitaría una tecnología que inicie música de violines en la PC a quien acaba de leer la palabra “mismos”).

2. Es generalmente algo que se trae de nacimiento o se aprende tempranito en la vida. Con los despistados, negligentes, arrebatados, desprolijos y desorganizados hay poca esperanza. Pero aunque sea escaza, mejor no perderla. Y tiene que aparecer un redentor que los encause.

3. Es un don que debe usarse en su justo grado y dimensión. El exceso desmesurado de atención al detalle bordea con la obsesión y puede tener un efecto paralítico: de tanto revisar nos pasamos el tiempo evaluando y corrigiendo, revisando y mejorando.

Creo que he cumplido con lo justo. No me sobra nada. Y “sin querer queriendo” utilicé otras técnicas que los medios ponen en práctica habitualmente y perturban la vida de los relacionistas públicos: tocar el tema, escribir un poquitito al último de un artículo larguísimo y por lo tanto donde casi nadie lee; no poner ni siquiera el nombre de quien hizo el pedido; incluir un título que no tiene nada que ver con el tema.

Entonces, a final de cuentas no quedé bien conmigo, porque me traicioné, ni con la otra persona, a quien es probable que no le sirva este texto. Otro caso de dos negaciones, así que por definición gramatical y matemática, este final es absolutamente positivo.

19 de febrero de 2008

Esperanza

Esperanza es una palabra maravillosa, porque sirve de rótulo para una de las sensaciones más lindas de la vida.

Tener esperanza es contar con un estado de ánimo positivo respecto de la posibilidad de que algo bueno suceda, de que logremos lo que queremos, o de que otros consigan lo que desean.
Por lo tanto, para tener esperanza hay que ser positivo. No me imagino a un pesimista o a un escéptico con esperanza. Puede que haya personajes que anden por el mundo con lo que habitualmente denominamos “mala onda”, y que tengan esperanza de algo. Si los hay, seguro que se les va a pasar.

Quiero alertarlos, de todas maneras, que si bien tener esperanza es algo reconfortante, porque genera un efecto en el organismo muy parecido al bienestar y la felicidad, el sentimiento incluye un componente que puede volverse peligroso: no hay esperanza sin espera, ni tampoco sin riesgo de que lo que deseamos no se cumpla.

Entonces, la esperanza puede ser la antesala al disfrute y la alegría. O, por el contrario, el prólogo a la desazón (esperan-zas!). Esta última posibilidad es un resultado exclusivo de la razón, por lo tanto a los de verdadera mente positiva no les va a importar, porque ellos se guían siempre más con el co-razón.

Espero que este pensamiento les guste, y los encuentre en un momento en que estén más cerca de lograr lo que quieren que pase.

17 de febrero de 2008

Dicho y hecho

¿Cuánto es el trecho del dicho al hecho?

En algunos casos ese trecho es muy largo… quien se dedica a decir lo que hay que hacer, indicar por dónde ir y cómo proceder, declarar lo que hay que realizar y lo que no, pero nunca implementa lo que dice, generalmente pierde su credibilidad. Puede ser muy sabio en sus consejos, pero, al no aplicarlos, les quita su valor... al fin y al cabo, ¿por qué no hace lo que dice?

En otros casos, el trecho del dicho al hecho es bien cortito… Quien hace lo que dice suele ser respetado por consecuente, congruente. Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo de su forma de pensar y de su comportamiento, pero al menos comprueba que sigue los dictados de su propio librito. Genera cierta admiración por hacer lo que dice que se debe hacer. Pero solamente gana el respeto de los demás si su forma de pensar y de actuar es la correcta.

Yo prefiero a los que entran en una tercera categoría: los que no tienen trecho que cubrir del dicho al hecho, porque hacen sin andar predicando las razones o motivos de sus comportamientos. No andan dando consejos por todas partes, pero actúan de la manera correcta. No son opinadores de todo, pero si alguien les pregunta algo, tratan de guiar al preguntón a que encuentre su propia respuesta, de la mejor manera posible.

Para estos últimos, los riesgos de perder credibilidad son mínimos, y nadie los considerará desubicados por andar dando consejos por todos lados, sin que se les haya preguntado nada. La magia está en encontrar este tipo de gente, y saber qué y cuando preguntarles para aprovechar su sabiduría.

Y usted, ¿en qué grupo está?

14 de febrero de 2008

Así pasa

Suele decirse que “las cosas” pasan porque tienen que pasar.

Que las situaciones se den o no se den depende de muchos factores. Dicho así, nadie podría discutir la frase. O si, dependiendo de su nivel de belicosidad verbal.

Debería detener el pensamiento allí, y punto. Pero lo voy a complicar…

Si se consideran las opciones generales de por qué pasan (o no pasan) “las cosas”, podemos considerar las siguientes:

  • El destino (una forma de determinismo religioso, si se quiere)
  • La mano invisible (gracias al liberalismo)
  • Algún poder metafísico (puede ser Dios, la fortuna o la energía que une al universo, por ejemplo)
  • El alineamiento de los astros (en este caso, sería algo súper físico)
  • La confabulación de dos o más personas (no podía faltar la teoría conspirativa)
  • La falta de políticas del estado (me lo dictó un profesor de ciencias políticas)
  • La excesiva intromisión del estado (resabio del consenso de Washington)
  • Uno mismo (un pensamiento motivador porque nos coloca como forjadores de nuestra realidad y, por lo tanto, nos responsabiliza por nuestro futuro)
  • Muchas otras opciones
  • Una combinación de todos los anteriores

Puede haber gente seria, filósofos o físicos cuánticos, místicos y sociólogos, entre otros, que se gane la vida argumentando sobre las razones anteriores, o algunas más sofisticadas.

Pero también está el saber popular, la sabiduría de la calle, que ante lo inexplicable define la situación con categoría y contundencia: “por algo ha de ser”.

11 de febrero de 2008

Atención a la ilusión

Las palabras ilusión y confusión comparten mucho más que su final.

Entre las definiciones de ilusión, la Real Academia Española incluye dos relevantes a este pensamiento:

1. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.
2. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.

La primera corresponde al plano sensorial, se refiere, por ejemplo, a las ilusiones ópticas. La segunda, mucho más poética, es de la familia de los sentimientos.

Por su parte, según la misma fuente rectora del lenguaje, la confusión incluye el desorden, la perturbación, y hasta quizá el error.

Lo interesante del caso es que todas las definiciones pueden mezclarse. Porque cuando una ilusión es la esperanza de conseguir algo que está teñido por una mala jugada de nuestros sentidos, nos puede dejar profundamente confundidos, y llevarnos a cometer un error.

Por eso es mejor no leer mucho el diccionario, y no confundirse: la alegría y los finales felices suelen frecuentar más a las almas poéticas, que prefieren la esperanza.

Llamar la atención

Para llamar la atención, una persona debe destacarse por algo, contar con alguna característica especial, diferente, distinta. Ser o tener definitivamente más, o menos, de cierto atributo físico o metafísico.

Si no logra entrar en esa categoría, también puede llamar la atención a otros, pero en el otro sentido de la expresión. Porque "llamar la atención" también significa retar, regañar, indicarle a un tercero lo que está o hizo mal, o lo que se olvidó de hacer.

No debe llamar la atención que haya personas que sean especialistas en llamar la atención, en los dos sentidos posibles de esta combinación de palabras.

En cualquiera de los dos casos, quienes perciben a quien llama la atención, o quienes reciben el llamado de atención, deben considerar seriamente llamarse a silencio. No vaya a ser que digan algo que no corresponda, y se encienda la llama de la discordia.

Con tantos llamados, algunos no correspondidos, me acordé de una publicidad argentina, vieja, pero exitosísima: la de la "llama que llama". ¿Se acuerdan? Aquí va un link para despertarles la memoria: http://www.youtube.com/watch?v=Ge_dZT75CII

9 de febrero de 2008

Casualidades

Causa y efecto es generalmente lo que precede a lo que la mayoría de la gente considera una "casualidad".

Estar en el momento exacto en el lugar adecuado. Encontrarse y reencontrarse. Conocerse y vincularse.

Enfrentar una situación difícil, que en el instante parece derrumbar todo lo que uno tiene, como paso previo a una reconstrucción o un renacer.

Creemos que la casualidad promueve el encuentro, o que la suerte nos reencausa y nos guía con su control remoto.

Puede ser, nadie lo sabe con precisión.

Pero en la mayoría de los casos, quienen hacen las cosas bien, toman decisiones con inteligencia y corazón, con el tiempo reciben lo que dan.

Y cuando empiezan a recibir tienden a pensar que es una casualidad.

8 de febrero de 2008

A jugar se ha dicho

Las palabras son flexibles.

El papel aguanta todo, suele decirse, y a decir verdad la Internet es más permisiva.

Entonces, la cuestión se ha definido: jugaré con las palabras en este blog.

El que quiera leer y quizá divertirse un rato, puede hacerlo. Sin presiones ni urgencias, ya que no hay nada de que informarse.

Es puro entretenimiento, sin otro tema que el recurso maleable del lenguaje.

Algún día también puede aparecer una buena ocurrencia o pensamiento.

Estoy esperando que llegue ese día, porque sin duda sería muy especial --al menos para mi.

6 de febrero de 2008

Riqueza

Me di cuenta desde un principio, pero lo hago público en este momento. Lo dejo escrito para siempre...

La realidad cambiará en el futuro, siempre lo hace antes del comienzo del mismo ciclo, del momento en que se empieza a repetir la historia.

En este instante, sin embargo, está congelada.

Es la realidad de no tener un título, ni tener un propósito. No hay nada en especial para comunicar ni para decir. Quizá sea la inercia. El temor a no hacerlo. No quedar en el vacío. Seguir la corriente, no perder la ola.

Cualquiera sea el rótulo, en este momento usted puede comprobar que por el momento este blog no tiene un motivo, no tiene un horizonte, ni una razón de ser.

No tengo nada definido, por lo tanto lo tengo todo por delante. Entonces, nadie me puede quitar la riqueza de tener todo por definir. No cotiza en la bolsa, y jamás perderá valor.

Paso a paso

Internet es vértigo. Cambio constante. Un blog debe ser el carril rápido de la autopista. Debo ser constante con mi velocidad de acción en todos los planos de la realidad y lo virtual. Por eso, ya voy entrando en ritmo y sincronía. Un "post" cada cuatro meses es un testimonio de ese progreso. Sigo avanzando paso a paso. Quizá la próxima vez que escriba algo sea el día que reciba el primer cheque de la jubilación. Pero seguiré intentando. Mientras tanto, hoy es un día histórico, porque también tengo página web. No me privo de nada, claro. Pueden visitarla en http://cutind.googlepages.com/home