17 de diciembre de 2008

Realidad(es)

Es difícil entender que vemos solamente una parte de la realidad.

La realidad siempre es mucho más de lo que percibimos y creemos. Pero nos tiene que caer la ficha para comprenderlo.

A veces la realidad es un balde de agua fría. Cuesta aceptarla.

Según como la querramos y la podamos ver y decifrar, la entenderemos más o menos.

Escuchemos a dos o tres personas en cualquier lugar y, luego de un rato de conversación, comprobaremos que hay muchas realidades.

Hay personas, ciudades y hasta países para quienes la realidad es totalmente diferente.

A quienes creen que todos los autos vienen en contramano, les tengo una noticia: es muy probable que estén equivocados, y que se estén perdiendo la gran oportunidad de entender lo que está pasando. No se dan cuenta que ven "otra" realidad.

Y a quienes ven todo de un solo color, ya sea rosa, negro o verde, les recomiendo cambiar de lentes, sacarse las anteojeras o simplemente preguntar a otros qué ven. Se van a sorprender.

En realidad, cuando creen que entienden algo con gran precisión, lo más probable es que estén totalmente equivocados.

Por ahora los dejo, intentaré ver un poco más que antes, hablar con los que ven otras partes del "afuera" y con los que perciben los distintos matices.

Les sugiero intentar lo mismo

10 de diciembre de 2008

Decir y creer

Algunos dicen lo que creen todo el tiempo. Son transparentes, o impulsivos.

Otros dicen lo que creen a veces. Son reservados, calculadores, especuladores. Están en el bando de los fríos y racionales.

Otros no dicen lo que creen nunca. Pueden ser tímidos, hipócritas o malintencionados.

Algunos creen que dicen lo que creen. Y nadie los entiende. Se autoengañan.

Otros creen que no dicen lo que dicen. No se escuchan nunca.

Mientras los que se tienen fe creen en lo que dicen, los incrédulos no creen en lo que dicen, y generalmente no creen en nadie.

Los optimistas creen que todo va a estar bien.

Los pesimistas no creen en los optimistas.

Los optimistas creen que los pesimistas deberían cambiar.

Y los pesimistas no creen en que los optimistas puedan cambiar.

Yo creo que creo en lo que escribí en este texto, porque creo que dije varias cosas, sin revelar lo que realmente creo.

Entonces, por ahora no sabrán si creo en los optimistas o los pesimistas, los impulsivos o los racionales.

Pueden quedarse con la duda, algún día les contaré si creo en algunos, en todos o en nadie.

25 de noviembre de 2008

Por qué vivimos donde vivimos

Algunos viven toda la vida en el mismo lugar.

Otros son trotamundos: nómades que cambian de barrio, ciudad, país o continente.

Para los primeros, vivir en otro lado puede ser una ilusión incumplida, o simplemente algo que ni se les ocurriría.

Para los segundos, vivir sin cambios de locación puede ser un sueño, una expectativa de tranquilidad. O puede resultar un encierro.

¿Por qué una persona o una familia viven en un determinado lugar y no en otro? Las razones pueden ser varias. Estas son algunas:

Porque nacieron ahí.

Porque nunca quisieron ir a otro lado.

Porque fueron a otro lado, y se dieron cuenta que tenían que volver.

Porque quisieron ir a otro lado y no se animaron, y se preguntarán cada día cómo habría sido si se hubieran ido.

Porque su familia vive ahí.

Porque se les ocurrió ir a probar suerte.

Porque algún pariente o amigo fue primero y les dijo que era espectacular.

Porque fueron a la escuela o la universidad ahí y se quedaron.

Porque consiguieron un trabajo ahí.

Porque no se les ocurrió ir a otro lado.

Porque les dijeron que había muchas más oportunidades ahí.

Por el clima.

Por la gente.

Porque las cosas se dieron así.

Porque “no les queda otra”.

Porque conocieron a alguien que es de ahí y resultó ser el amor de su vida.

(...)

Independientemente de cuál sea la razón, es importante saberla, identificarla, entenderla.

Además, de tanto en tanto hay que rehacerse la pregunta, para asegurarnos de tener una razón. Es una forma de recuperar la libertad… de elección.

¿Y vos, que estás leyendo esto? ¿En dónde vivís? ¿Y por qué?

23 de noviembre de 2008

La globalización del ridículo

La comunicación moderna nos permite identificar, proyectar y compartir información a una velocidad impresionante. Pero cuando colgamos de la nada digital nuestros puntos de vista, fotos, comentarios u otros datos, también nos exponemos a quedar en ridículo ante todo el mundo.

Además de este comentario en este blog, que prueba la veracidad del párrafo anterior, podemos recurrir a la exploración de espacios digitales públicos restringidos, como las redes sociales, o de espacios totalmente abiertos, como foros de discusión, sitios web y blogs, para constatar que lo dicho es cierto.

Con mucha frecuencia las personas activas en el mundo digital cruzan la barrera de la lógica, para caer en la sobreexposición, el exhibicionismo y el ridículo.

Suelen olvidar el tremendo impacto y alcance de lo que uno dice y hace, que se multiplica con la facilidad de propagación de datos que los medios digitales entregan a cualquier bit puesto en la web.

Mi recomendación para los extremistas, jugados, arriesgados, excéntricos y chistosos que ponen información y comentarios en Internet es hacer el siguiente ejercicio: pensar que eso mismo que están diciendo está escrito en una hoja que se pegan en el pecho y en la espalda, e imaginar que salen a caminar por el centro.

Si luego de visualizar esa manera de exponer lo que dicen siguen pensando que vale la pena decirlo, entonces está bien, procedan. Caso contrario, borren el contenido, o envíenlo a sólo algunos conocidos por email.

Ahora me van a perdonar, pero debo irme a imprimir esto y ver cómo me queda.

Será, creo, una impresión eterna, o una potencial multiplicación hasta el infinito de una impresión del futuro. Porque si finalmente esto queda publicado en mi blog, quien alguna vez lo lea reactivará mi búsqueda de verificación en la impresora. La hará repetirse una vez más. Logrará convertir en un nuevo presente algo que lee sobre el futuro, pero que en realidad ya ha pasado.

Lo dicho: es fácil quedar en ridículo ante la aldea global. Ayer, hoy y mañana.

7 de octubre de 2008

Pendientes

Aunque algunos piensen que se trata de una joya que cuelga de una oreja, tiendo a pensar que los pendientes son asuntos que han sido postergados, o que simplemente están en la lista de lo que está por venir. Lo que nos falta, la asignatura por completar.

Hay momentos en que debemos estar pendientes de lo que tenemos pendiente –aunque lo único que se tenga de lo pendiente sea la ausencia, la potencialidad, el objetivo identificado. En otras ocasiones, es mejor no andar pensando en esas deudas con lo propio o extraño.

La pendiente puede ser ascendente o descendente, pero en cualquiera de los dos casos reclama un esfuerzo. Para subir con empeño, o para bajar con cuidado.

Mientras evaluamos cómo viene la pendiente, y la vamos transitando, debemos identificar si estamos en el momento de empezar a cerrar los círculos o de seguir eligiendo metas.

Y una vez que decidimos, debemos avanzar con toda nuestra energía. Eligiendo o cumpliendo los sueños.

El trayecto nos obliga a decidir con cuidado: no vaya a ser que de tanto soñar nos olvidemos de hacer, y nos quedemos en el camino, a mitad de la pendiente, con muchos pendientes.

Por eso, recomiendo que empecemos a pensar que, a pesar de la obviedad, el momento es ahora.

Entonces, debemos empezar a buscar la concreción de nuestros sueños ya mismo.

25 de septiembre de 2008

Letras teóricas

Ayer estuve con uno de mis asesores letrados.

Me habló de la ley de la felicidad.

Indicó que está basada en la teoría de la felicidad, que indica que la curva de la felicidad es como una “u” (la letra “u”).

Como esto es un blog, no debo verificar la existencia, la veracidad, ni la precisión de su explicación. Por eso la repito sin contemplaciones: el nivel de satisfacción suele crecer en el momento exacto en el que uno se da cuenta que tiene que bajar las expectativas, ya que no puede ser todo lo que quiso ser en la vida. Esa es la parte inferior derecha de la u, cuando empieza la curva ascendente. A menos expectativas, más posibilidades de felicidad. Como los daneses, el pueblo más feliz del mundo.

Lo de la curva me dejó un poco confundido.

Por eso me quedé pensando solamente en la letra u. Y decidí ser emprendedor y empezar con una serie de teorías más breves, para que alguien se dedique a estudiarlas, comprobarlas o descartarlas.

Aquí van:

La teoría de asombro: es la “ah”.

La teoría del ofendido: es la “eh”.

La teoría de la paciencia: es la “¿y?” (porque es griega).

La teoría del penal en contra: es la “oh”.

La teoría de la factura vencida: es la “uh”.

Es tarde, hay que aplicar la teoría del sueño, que es la “zzzzzzzzzz”.

13 de agosto de 2008

Derechos retorcidos y ojos que no ven

En el mundo súper recontra (y hasta excesivamente) conectado de hoy, la información está al alcance del teclado y del control remoto desde casi cualquier rincón del planeta. Si hiciéramos un listado de notas y comentarios sobre este tema, la cantidad de links a incluir haría reventar este blog y quizá hasta la misma Internet.

En este mismo mundo, durante este mes, se disputan la serie de juegos deportivos que mayor atención concita globalmente. Miles de millones de espectadores atentos a lo que empezó en Grecia milenios atrás, pero con la pasión que solamente el marketing, los negocios, los medios y el chauvinismo pueden propulsar. En cierta forma me da vergüenza mencionar a los juegos, para no ser uno más que escribe sobre ellos.

Cuando todos quieren estar pegados a la pantalla, la ley del dinero se interpone y crea una red de derechos de transmisión que es tan compleja como la misma telaraña informática mundial. Entonces uno puede quedar enredado y sin salida, o técnicamente sin “entrada” a los juegos.

Esto me ha pasado hoy (desde mañana podría reemplazar el hoy por “algún día”), en una bella isla del Caribe, y seguramente le ha sucedido a miles de argentinos en cualquier lugar de la tierra que esté más allá de los límites de Argentina desde el que hayan querido ver a una de las pocas esperanzas doradas albicelestes: un grupo de tipos, algunos millonarios, tratando de tirar una pared, un pase largo, una esperanza que termine en el fondo de la red.

Cuando uno está afuera de su reducto nacional, ver a su país competir en los juegos de los anillos por TV es casi imposible. Y con tantos derechos retorcidos, ni siquiera puede hacerlo por Internet. O quizá si pueda hacerlo por la Web, si fuera el mejor hacker del mundo, en cuyo caso seguramente se habría agenciado los fondos necesarios para ir hasta Pekín, Beijing o como se llame la ciudad donde muchos querrían estar en este momento.

A la paradoja de la desinformación en tiempos de sobre-información, de la pérdida del instante en un momento en que el ahora es el único rey indiscutido, se agrega otra contundente realidad: los ojos que no ven dejan al corazón sentido, enojado, frustrado. No importa el resultado ni la calidad de lo que no pudieron registrar por sí mismos. La bronca la pueden entender todos los que disfrutan de los deportes (jugando o mirando), porque saben que el corazón late a full en vivo y en directo, aunque pueda ser feliz o desdichado en diferido.

6 de agosto de 2008

Números

Es hora de aclararlo. A uno no le gustan los números.

Porque cada dos por tres generan un problema.

Buscamos por los cuatro puntos cardinales y la solución no aparece.

En ese proceso, siempre hay quien le busca la quinta pata al gato.

Y aunque esperemos que todo se aclare gracias a un supuesto sexto sentido, con frecuencia guiarse por la intuición nos mete en un lío de la gran siete.

Quizá la única salida es hacer como si fuéramos un ocho carrilero*, intentar la heroica casi con los ojos cerrados, apilando rivales de arco a arco.

Y, con el último aliento, tirar un centro para que la emboqueel número nueve que todos queremos tener en nuestro equipo, y que generalmente no existe o juega para el rival.

Así, la historia terminaría diez puntos en la ficción.

Pero lo más factible es que, en la realidad, sigamos en el medio de un lío que nos recuerde que siempre las letras dan más opciones que los números, aunque algunos piensen que sean menos que ellos.

* no-futboleros abstenerse, o consultar: http://www.elfutbolin.com/diccionario-de-futbol/carrilero Otra opción es preguntarle a cualquier argentino que tengan cerca, pero la respuesta puede durar entre cinco minutos y ocho horas.

29 de julio de 2008

Pausas

Hay momentos en la vida en que uno quiere tener una pausa. La necesita para detener el vértigo, la velocidad.


A veces, aún contra nuestra voluntad, nos cortan el tránsito y nos hacen tomar una pausa obligada.


Otras veces queremos seguir, nadie nos detiene, pero igual suspendemos el trayecto por un instante o mayor lapso de tiempo.


La pausa es en algunos casos silencio, en otros un momento de descanso o de reflexión.


O es el instante exacto que nos reservamos para poder tomar envión.


Como un malabarista a varios metros de altura, sobre la cuerda floja, a mitad de camino. Sin red.


No debemos mirar abajo ni pensar que no llegaremos del otro lado.


Tenemos que mantener el pensamiento positivo.


Si hacemos una pausa, debe ser para seguir con determinación.


Y allí la paradoja: decidimos poner pausa para que nada ni nadie nos detenga.

23 de junio de 2008

Acelerador, freno y cambio

Vivimos gran parte del día, de la semana y de la vida con el acelerador a fondo.

Andamos como choferes llevando a terceros de un lado para el otro. Nos dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a ellos, en lugar de a nosotros mismos.

De tan apurados que vamos, muchas veces nos olvidamos de poner el freno.

Algunos se dan cuenta de esto demasiado tarde, cuando están del otro lado (o se pegan un susto).
Mientras no estemos en ese grupo, hay que buscar la mejor manera de lograr poner el freno y hacer el cambio.

¿Qué suele hacer la gente?

  • Unos deciden cambiar de ruta y quizá siguen igual, a mil y sin respiro. Son los que cambian todo para que no cambie nada.
  • Otros tratan de usar el freno más seguido. Si lo logran, la máquina quizá no los lleve tan lejos, pero les dure más. Son los que aprenden a disfrutar de una travesía más lenta.
  • Hay quienes (se) prometen cambiar y siguen igual. Primera mayoría, por lejos.
  • Y hay otros que dan un volantazo tremendo. Frenan, se bajan y cambian totalmente. Ponen primera de nuevo pero de otra forma, descubren otro camino. Son los héroes de película, o de la vida real.
Mientras los unos y los otros bailan su bolero de Ravel, (para los de menos de 30 o los que nunca pasaron de películas de acción, les recomiendo ver este link para entender este juego de palabras, pero luego vuelvan a termina de leer esto), hay quienes se dedican a ser observadores.

Miran, piensan, calculan.

Y mientras dura el mientras y las cuerda les da, siguen con el acelerador a fondo, no ponen el freno y postergan el cambio.

¿Y vos? (¿Habré querido escribir "y yo"?)

Este es un buen momento para pensar si vas a cambiar todo para que siga igual, si serás un transeúnte lento, si vas a seguir siendo mayoría en algo o si, finalmente, te transformás en el héroe de película que siempre quisiste ser.

12 de junio de 2008

Intenciones y aventuras comunicacionales

A veces uno se queda así: sin palabras. Una situación o momento son tan fuertes que no hay nada para decir. O no se nos ocurre qué y cómo decir lo que pensamos.

Otras veces, uno quiere hablar, contarle a alguien lo que le acaba de pasar, lo que piensa o lo que opina.

En otras ocasiones, uno solamente quiere el silencio.

Pero al lado, de frente, o del otro lado, siempre hay alguien más.

Es muy difícil que esa otra persona esté en un mismo momento en sincronía total de intención comunicativa.

Entonces, surgen las aventuras comunicacionales:

  1. El desafío de la expresión, o “no sé por dónde empezar”: uno no sabe que decir… y el otro quiere escuchar.
  2. La situación ideal, de empatía y diálogo: uno quiere contar… y el otro quiere escuchar.
  3. La semilla de la desconfianza: uno no quiere hablar… y el otro quiere escuchar.
  4. El estado desconcertante: uno no sabe qué decir… y el otro no quiere escuchar.
  5. La famosa indiferencia: uno quiere contar… y el otro no quiere escuchar.
  6. El estado de silencio que se corta con la tijera: uno no quiere hablar… y el otro no quiere escuchar.

De seis situaciones básicas, solamente una es positiva e ideal.

Esa es una gran noticia… para comunicadores y psicólogos. Ambos tienen mucho por hacer.

Lo triste es que la comunicación y la psicología son ciencias sociales. Si fueran exactas e inapelables como las naturales, todos los comunicadores y los psicólogos serían millonarios.

Pero cada uno es lo que es, y cada cosa es lo que es.

Por eso los comunicadores debemos afrontar el desafío de la expresión, combatir la desconfianza, la indiferencia y el silencio. Y de tanto hacerlo, corremos riesgo de quedar desconcertados.

10 de junio de 2008

Pensar, hablar, actuar

Algunos intentan ganarse el pan pensando para que otros hablen.

Otros no piensan antes de hablar. ¡Y se arma cada lío!

Están los que hablan como si nunca hubieran pensado. Y los que cada vez que hablan demuestran que pensaron bastante bien lo que dijeron.

Algunos piensan todo el tiempo y no se deciden a hablar nunca.

Otros piensan muy poco y hablan mucho.

Están los que casi no piensan, pero tampoco hablan.

Y los que piensan mucho y hablan un montón.

Algunos se dedican a pensar sobre lo que otros piensan, mientras otros piensan sobre lo que otros hablan.

Por su parte, están los que hablan sobre lo que otros piensan.

Alguien habla y piensa que lo que dijo es lo que piensa, y que los otros entendieron lo que dijo, y lo que piensa. Y está equivocado. Pero nadie se lo dice, y si lo hace, quizá el primero no pueda o no quiera entender lo que le dicen.

Y en la vereda del frente hay alguien que dice algo, piensa que nadie lo entiende, y resulta que fue el más claro de todos.

Mientras muchos piensan y dejan de pensar, y otros hablan y dejan de hablar para interrumpir, hay unos pocos que se dedican a hacer.

Quizá lo que hacen lo piensan bien. O no. Simplemente improvisan.

Pueden hacer lo que hacen para hablar de eso. O simplemente para hacerlo, para ellos mismos.

3 de junio de 2008

Momentos y momentos

Hay momentos y momentos.

Algunos no pueden ser capturados ni por la mejor cámara.

Son momentos que se le escapan hasta al cineasta más experimentado.

Uno busca al mejor escritor y no los puede describir.

Organizamos un simposio de sociólogos, psicólogos y otros logos y, entre todos, no los pueden explicar.

Son instantes únicos, de felicidad plena.

Solamente los podemos captar nosotros mismos, desde nuestra perspectiva individual, con el corazón.

Los protagonistas suelen ser aquellos que definitivamente son el centro de nuestra vida, aunque a veces queden a un costado por lo ridículo de las circunstancias.

Si usted en algún momento se ha sentido así, estamos en la misma.

Seguramente tiene alguien en la vida que lo hace muy feliz. Y, en el mejor de los casos, varias personas que lo hacen muy feliz.

Si bien las estadísticas suelen ser tergiversadas, direccionadas, falsas o equivocadas, me atrevo a decir que en el 99% de los casos esas personas son familiares directos (con un margen de error de 5%).

Si esto es así, le recomiendo que haga algo: préstele atención a esa gente.

Porque los momentos de los buenos son los que justifican que uno esté aquí, de paso por esta vida.

A los momentos intrascendentes hay que erradicarlos. Nadie debe perder el tiempo, es un bien demasiado valioso.

Y a los momentos desagradables, en tanto sea posible, hay que evitarlos, aislarlos, atomizarlos, circunscribirlos, eclipsarlos, enviarlos a Siberia.

La estrategia a seguir es evitar que esos momentos empañen cualquiera de los momentos buenos, de los que valen la pena.

Sin embargo, como suele suceder con las estrategias, el desafío no es su definición, sino la implementación.

El día que encuentren la clave para llevar esta estrategia a la práctica, de manera infalible, me avisan por favor.

Por mi parte, si descubro el secreto, con todo gusto escribo un libro y me hago millonario. ¡Que momento!

31 de mayo de 2008

Las cosas y el lugar de la nostalgia

Quienes me conocen saben que hay un concepto comunicacional que me gusta mucho, y es el de la proxemia. Se refiere a la comunicación no verbal según el manejo y la utilización de los espacios.

La ubicación en el espacio de las personas y de los objetos constituye, en sí, un mensaje.

El ejemplo clásico es el televisor en la “cabecera de la mesa”, ocupando el lugar tradicional del líder de la familia.

Es interesante tener en cuenta que la rotación de los objetos en los espacios en los que estamos con mayor frecuencia o donde pasamos más tiempo puede generar un cambio significativo.

Siguiendo lineamientos del feng shui o simplemente acomodando las cosas como nos plazca y parezca mejor, podemos notar esos cambios.

Les propongo un ejercicio: busquen algún objeto que esté relegado en su casa, en algún rincón o cajón, y pónganlo en un lugar más importante. Por ejemplo, saquen algunas de esas monedas que sobraron y quedaron “de colección” de un viaje a otro país, pónganlas en una cajita transparente y empiecen a usar eso como pisapapeles para las facturas por pagar. Esos objetos inanimados cobrarán (bueno, curiosamente deberían pagar) un lugar y una importancia diferentes. Pasarán de la ignorancia al centro de la escena.

Cambien de lugar las sillas de la casa, o los sillones. Los veladores, la mesa de luz. Ese cuadrito que está en un lugar que no se ve, que vaya a la cocina o al comedor.

El libro que más les haya gustado, pónganlo en la mesita de luz, para verlo siempre y recordar qué bien les hizo.

Y, por último, empiecen a rotar un poquito las fotos de los portarretratos y de las billeteras.

Hagan la prueba, y después me cuentan los resultados…

Ah, una idea más para quienes la posmodernidad sea algo viejo y no tengan fotos en papel en portarretratos o billeteras: si solamente tienen esos nuevos dispositivos electrónicos que muestran cientos de fotografías por día, o ven las fotografías en su celular, busquen ya mismo alguna foto vieja de sus seres queridos, o impriman una.

¿Ya la tienen? Ahora la colocan en la billetera, o en la cartera. Se la van a topar más seguido que nunca. Tres o cuatro veces al día: gran estrategia para levantar el nivel de nostalgia.

Y si con verla ya sienten alguito agridulce, le pueden dar un toque final al momento escuchando una canción. Les propongo tres que pueden disfrutar en Youtube:

Chega de saudade
Tú fotografía
Aún sigo cantando

Cuando se les pase el nosequé, busquen inmediatamente en persona o por teléfono a las personas que quieren y se lo dicen, antes que pasen a estar solamente en una foto y en el corazón.

Y luego, cuando la situación decante, nos cuentan a los que frecuentamos Juego de Palabras qué otras canciones podemos escuchar.

29 de mayo de 2008

Frotar la lámpara mental

De tanto en tanto, estamos tan concentrados en un texto que perdemos el contexto.

El pensamiento gira una y otra vez en torno a un mismo asunto, que pierde de vista el marco de la situación.

Nos empecinamos en ver una forma, y confundimos el fondo. O el fondo se funde con la forma, y perdemos totalmente la perspectiva.

Generalmente en esos momentos, cuando todo se ha vuelto muy confuso, decidimos desconectarnos. O simplemente lo hacemos, sin pensarlo.

Esa es una gran oportunidad para la mente. Ni bien baja de revoluciones, las ideas diferentes comienzan a surgir.

En un instante de calma, el río torrentoso nos da la oportunidad de ver por dónde cruzar.

Por lo tanto, si queremos encontrar la forma de frotar la lámpara mental, debemos acordarnos que el genio del ingenio aparece solamente cuando le damos un descanso a la máquina.

Es difícil lograrlo, pero hay que intentarlo.

Un par de minutos de paz y tranquilidad son un gran remedio para muchos temas que parecerían no tener remedio.

Cinco minutos, diez minutos, lo que sea.

Al fin y al cabo, si eso permite lograr el truco y "prender la lamparita", definitivamente vale la pena la dedicación.

Algunos le llaman relax; otros, meditación; algunos otros, relajación activa de la mente.

El saber popular usa rótulos como “desenchufarse”, “levantar el pie del acelerador”.

Sea lo que sea, con cualquier etiqueta que se use, es una búsqueda importante a la que nos tenemos que abocar.

Pero con cuidado, no vaya a ser que nos empecinemos tanto en la búsqueda que nos olvidemos para qué la comenzamos.

Hay que recordar cuál es el fin para que no nos pase como dijo sabiamente Quino una vez a través de una tira de Mafalda: “de tanto estar buscando la salida, nos olvidamos donde está la entrada”.

22 de mayo de 2008

Gente que busca aire

En el mundo hay gente que definitivamente está buscando una salida, la solución del laberinto. Un poco de aire entre tanta polución.

Un ejemplo concreto es que en la útima semana hubo muchas personas que buscaron en Google "palabras saludables" o "palabras ecológicas". Lo sé porque 10 de ellas ingresaron a este blog a partir de esa búsqueda.

Que momento. Y yo que justo estaba en otro lado y no las vi.

Realmente la mente humana tiene una libertad casi absoluta... que a alguien se le ocurra hacer esas búsquedas es porque realmente está tratando de encontrar algo.

Para bien o para mal, esas diez personas leyeron Salud y palabras. No me quiero ni imaginar qué buscaron después.

Justo en el medio

A veces uno anda medio cansado, o distraído, y justo aparecen las ideas. En el medio de la nada. Cuando la mente está a media máquina, suelta el ingenio.


Otras veces, en el medio de algo importante, surge una idea “medio buena” (expresión que en Córdoba, Argentina, significa una idea que, madurada, puede llegar a ser buena).


La idea de hoy está precisamente en el medio.


El medio es una palabra que no está ahí, haciendo equilibrio.


El equilibro que no suele encontrarse en los medios, que a veces son medio medios (en Córdoba = regulares). O que son lo que son, por eso tienen que exagerar o buscar la realidad más cruda o aguda y, por lo tanto, ubicarse más cerca de los extremos que del medio. Por eso, tanto periodistas tienden a ser extremistas.


En el fútbol suele decirse que el equipo que mejor se para en el medio tiene más chances de dominar un partido. Para los que somos hinchas de equipos que en el fondo dan lástima, y en la delantera son una lágrima, sabemos que aquello del medio no es ninguna garantía.


Mejor me alejo del deporte más popular porque si me quedo en el medio, como mi equipo anda medio mal, como siempre, me expongo a que mis compatriotas me carguen sin piedad. Antes que eso, prefiero estar por un rato en medio de la nada para evitar las gastadas.


Me voy para un costado, para decir que en cualquier profesión, estar contactados con la “gente del medio” es importante. Esta expresión es interesante, porque uno tendería a pensar que los que se destacan no están en el medio, sino bien a los costados, diferenciándose.


El problema se da en el mundo de la política, donde a la gente del medio se le llama entorno. Y el entorno está alrededor… lo cual crea un problema de ubicación, y entonces quedamos desubicados.


Punto.


Ya se acerca la media noche y la idea se quedó ahí, medio perdida.


Silencio.


Si estabas medio aburrido y leíste esto por casualidad, seguí participando.


Si llegaste medio de casualidad, y te aburrió, es una pena, ya tendrás más suerte. A medio mundo le pasó algo similar en algún momento.


El lado bueno del asunto es que aunque estés justo en el medio de este blog, la salida es fácil. Hacé click en este link, mirá esto y listo: te vas a otro mundo, otro tiempo, y desde el medio de la escena podrás ver qué pasa…

16 de mayo de 2008

Verbos y acciones

Hacer es mucho más que decir.

Pensar es mucho más que reaccionar.

Querer es mucho más que poder.

Soñar es mucho más que esperar.

Empezar es mucho más que planificar.

Perseverar es mucho más que intentar.

Participar es mucho más que estar.

Compartir es mucho más que tener.

Entender es mucho más que saber.

Escuchar es mucho más que hablar.

Guiar es mucho más que opinar.

¿Y escribir?

Escribir es mucho más que callar.

3 de mayo de 2008

Salud y palabras

Hay palabras saludables. Si uno las dice o las escribe, transmiten energía, alegran, crean un ambiente favorable. Son palabras ecológicas.

También hay palabras insalubres. Son portadoras de mala onda, de enojos, de negatividad.

El lenguaje nos permite ejercer una libertad fantástica: uno puede elegir las palabras que usa, y el momento en que las utiliza.

(Algunos aclararán que eso no es así en algunas partes del mundo, donde no existe libertad de expresión, pero aquí me estoy refiriendo principalmente al uso cotidiano del lenguaje.)

La libertad en la elección de las palabras es un derecho que debemos ejercer en cada momento.

Debemos conocerlo y ejercerlo a discreción.

Mientras pensás cómo lo usarás, te anticipo que en la mayoría de los casos, la gente prefiere compartir su tiempo con personas positivas, que irradian buena energía. Esas son las usuarias de las palabras saludables.

Es mejor estar cerca de quien tiene buena onda, buena vibra o como se quiera describir al que puede transmitir alegría y tranquilidad en lugar de frustración y pesimismo.

Basado en eso, creo que te va a ir mejor si te convertís en usuario de palabras ecológicas.

Estarás en el buen camino y vas a atraer a la gente correcta a tu lado.

Eso te dejará mucho más cerca de la sabiduría de un pequeño grupo que hay entre los que ejercen bien su libertad en la elección de las palabras.

Es un puñado de gente que no sólo es muy hábil en la utilización de las palabras saludables.

Esas personas, sumamente especiales, también tienen la virtud y sabiduría que les permite saber cuándo deben quedarse calladas.

Con su silencio muchas veces purifican el ambiente, contribuyen a una atmósfera saludable.

Esas personas son las que le dan valor a la frase “el silencio es salud”.

Dicho esto, mejor me callo, ya que será lo más positivo para el que haya leído este texto.

24 de abril de 2008

Simple o complejo

Alguien me dijo que tengo que escribir textos más simples en este blog (Me acordé justo después de escribir "El valor de los valores").

Su comentario me dejó pensando, porque eso creo que hago la mayor parte del día, para tener con que vivir.

Entonces, si tengo este blog para jugar, mejor sigo como hasta ahora.

La única pena es que perderé un lector.

O ganaré su fidelidad, porque volverá periódicamente a ver si he cambiado.

Hasta quizá se suscriba para recibir los textos por correo electrónico.

Se obstinará en verificar si cambio o no.

El comportamiento de las personas, las relaciones humanas y el lenguaje tienen al menos algo en común: podrían ser tan fáciles, pero siempre alguien los complica.

El valor de los valores

¿Cuánto vale tener el valor necesario para hacer, o dejar de hacer, algo?

Probablemente valga casi lo mismo que guiar nuestro comportamiento con los valores morales acertados.

Tanto el valor como valentía, como los valores como códigos y principios de conducta, son conceptos muy importantes. Vale la pena tenerlos en cuenta en todo momento.

Sin embargo, el valor como expresión de lo que cuesta algo tiene un sentido un tanto desagradable o molesto. Es que nos recuerda algo muy arraigado en el mundo moderno: casi todo tiene precio, y por lo tanto tiene que pagarse.

Brindo por los que tienen el valor y cuentan con los valores necesarios que les permiten no tener precio.

Para mí, esa es la gente que realmente vale.

19 de abril de 2008

ABC de la vida

Empezó como un juego en el auto, siguió en la casa, y ahora en el blog...

Este es el primer texto en colaboración en Juego de Palabras, con ocurrencias de la familia entera, liderada por mi hijo.

Se trata de una primera aproximación a lo que el abecedario nos "dicta" sobre la vida:

A amor y abrazos
B besos
C caricias y cariño
D dedicación (aunque mi hijo dijo distancia)
E esfuerzo y estupendo
F felicidad
G gratitud
H honestidad
I imaginación
J jugar
K al que se le ocurra, nos avisa :-)
L la energía (con trampa, pero linda idea de mi hijo)
M mamá y mariposa
N niño y nuestro
O ojo al piojo
P papá y paciencia
Q querer
R reir
S sabiduría
T tranqulidad y talento
U unión
V verdad y velocidad
W what?
X xilofón? No... mejor lo dejamos en blanco
Y yo te quiero mucho con todo mi corazón
Z zas, se nos terminó el juego...

9 de abril de 2008

Decí que sí, por favor, y ¡vamos todavía!

Una de las maravillas del lenguaje es que lo permite prácticamente todo.

Si bien a veces las palabras son escasas, y en ese momento son los gestos y las acciones los que realmente transmiten los mensajes, en términos generales el lenguaje tiene un poder estupendo.

Es la herramienta que permite que nos comuniquemos.

Que unos y otros entremos en contacto e intentemos ponernos de acuerdo en temas menores y de los otros, como qué es el mundo, qué somos nosotros, para qué estamos y qué debemos hacer para que nuestro paso por el planeta sea placentero, beneficioso y provechoso.

Las palabras tienen una fuerza tremenda, que puede ser utilizada para transformar, convocar, consensuar, lograr adhesiones.

Son como una varita mágica, a la que todos tenemos acceso. El secreto mejor guardado, porque está a la vista (y el oído) de todos, pasando desapercibido para muchos.

Debemos usar el poder maravilloso del lenguaje con cuidado, mesura y buenas intenciones. Aún cuando es gratis, como casi nada.

Entonces, empecemos por promover el uso de algunas palabras.

El ejercicio es simple: elegí tres palabras que consideres que tengan un efecto positivo, o que parezcan útiles para transmitir mensajes y vibraciones favorables para quienes nos rodean.

En otras palabras, tres que tengan buena onda.

Las podés sacar de tu mente, de tu corazón o del diccionario. Hay miles, aunque lo mejor es empezar con solo tres o cuatro.

“Alegría”, “esperanza”, “optimismo”. Cualquiera que te guste, que te haga sentir bien y que pueda ser utilizable en un diálogo hoy mismo.

Una vez que decidiste qué palabras transformadoras usarás, es el momento de pasar del pensar al actuar.

Hoy verás muchísimas, muchas, varias o algunas personas.

Probá tus palabras, recordando que son una varita mágica.

Sólo sirve el ejercicio si empezás a utilizar las palabras hoy mismo. El secreto se desvanece en instantes, así que aprovechá el tiempo.

Lentamente, verás qué resultados se obtienen. Hay que tener paciencia, porque lo inmediato a veces demora.

Si conseguís una sonrisa o una buena reacción, el esfuerzo habrá sido ampliamente meritorio.

Eso sí, hay que tener cuidado con algo importante: para que la magia perdure hay que evitar algunas palabras.

Considero mejor eludir su enunciación, para que este mismo mensaje mantenga su carácter positivo.

Lo que sí puedo decirte es que, como en un imán, hay palabras que pertenecen definitivamente al polo positivo. Del otro lado, está el polo opuesto. Cualquier palabra que uses de ese “otro lado”, que atraiga lo que es mejor que esté lejos, hará que la varita mágica se esfume.

Entonces, recordá: hay que usar el poder transformador de la palabra con cuidado, mesura y buenas intenciones.

¿Lo vas a hacer?

Decí que si, por favor, y ¡vamos todavía!

27 de marzo de 2008

Geometría


Están los que siempre le buscan la cuadratura al círculo.


Algunos se hacen los distraídos, y se van por la tangente.


Están los que se las dan de rectos, pero en realidad merecen puntos suspensivos.


Algunos se viven perdiendo en las curvas, aunque disimulen mantener la línea.


Están los que intentan con frecuencia la vía paralela, pero los pescan y los sacan de la hoja.


Algunos andan siempre merodeando el área, pero no se animan a entrar en el radio de acción.


Otros, en cambio, aunque no los llamen se meten en la superficie ajena.


Están los que quieren la perfección y la energía de las pirámides.


Otros, muy distintos, encuentran la paz o la diversión en las formas libres.


Están los que viven como si fuera necesario estar a las trompadas en un cuadrilátero todo el tiempo.


Y hay otros que son más medidos, obtusos, inmersos en su cono de silencio.


Por mi parte, les recomiendo recordar que en muchas ocasiones es prudente quedarse solamente por el perímetro... no vaya a ser que no demos el grado.

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Vean más imágenes del período cubista de Pablo Picasso haciendo click aquí: imágenes cubistas de Picasso

22 de marzo de 2008

Momentos

Reiteradamente el destino, las circunstancias, o aquel ente metafísico en el que creemos nos colocan en situaciones que nos hacen recordar que la vida no es más que una efímera sucesión de momentos.

En esas instancias reconocemos, y nos prometemos recordar, que hay que disfrutar todos y cada uno de los instantes de nuestra vida. Cada segundo que pasa se va y no vuelve más, entonces hay que disfrutarlo durante su existencia que es, al mismo tiempo, un proceso de partida. Como la nuestra, a decir verdad.

A todos nos ha pasado: hemos recibido uno de esos llamados de atención. Al que todavía no le llegó, tarde o temprano le tocará.

Lo curioso es que por algún motivo tendemos a olvidarnos pronto de esos pensamientos, y lo que es peor, de llevar a cabo lo que prometimos.

Son pocos los que realmente hacen del disfrute de cada instante un verdadero culto.

Los que formamos parte de la mayoría caemos en la rutina y en la trampa de olvidar lo importante y de dejarnos llevar por las incomodidades cotidianas.

Entonces surgen los enojos, las impaciencias, las pequeñas broncas del día a día, que empañan algunos instantes que –nos olvidamos– son únicos y, por lo tanto, deberían aprovecharse bien.

¿Será que queremos actuar como si fuéramos realmente dueños de nuestro propio destino, o como si no nos importara?

Dicen algunos que son dos los motores posibles para nuestro comportamiento: la razón o el co-razón, entendido como motivos que nos empujan a hacer algo por pasión, por sentimientos, ilusiones.

Evidentemente, la razón no debe ser la que nos desvíe de nuestro camino de felicidad acumulada gota a gota. Sería irracional.

Debe haber, entonces, algún motivo oculto.

Creer que le venceremos al tiempo o al reloj, o simplemente negar su existencia, como quien mira para otro lado cuando hay un problema.

Vaya uno a saber.

Cualquiera sea el caso, aprovecho esta oportunidad y, ya que llegaste a leer hasta acá, te invito a que te concentres en buscar, promover y sentir felicidad. No mañana, ni pasado mañana, ni el fin de semana, ni a futuro.

Te invito a que lo hagas siempre.

Y te convoco a que empieces en este momento.

Andá ya mismo a mirarte en un espejo y dar gracias por estar aquí. Y luego, rapidito, a darle un beso o un abrazo a un ser querido.

Si estás solo en este momento, levantá el teléfono y llamás a esa persona ya mismo. Si no es una posibilidad, por la hora u otro motivo, escribí en este momento una carta, o un email.

Querer a alguien es muy lindo; decírselo y demostrárselo desde los pequeños gestos es una de las formas más hermosas de disfrutar de la vida.

Aprovechá esta oportunidad, y cada una de las que te toque vivir.

Y hacélo desde ahora porque esos momentos pasan rápido, y no vuelven más. Como los párrafos anteriores.

14 de marzo de 2008

Espacios

Hay gente que vive permanentemente buscando su propio espacio.

Están los que se empecinan en ocupar los espacios ajenos. Asfixian, empujan, apretujan para arrebatar un espacio. A veces lo hacen sin saber por qué. Pero en general se trata de una adicción para quienes no toleran que el otro pueda disfrutar de su espacio.

Hay algunos que se interesan solamente por encontrar un espacio ideal, que no existe.

Están los que han sido objeto de la lacerante frase: “por ahora necesito mi propio espacio” (¿Quién puede decir que no la ha dicho, también, en algún momento, de esta forma o con algún sinónimo?)

Hay muchos que calientan la silla, ocupan un espacio porque sí, porque están ahí. Podrían estar en otros lados, o no estar en ninguno, y probablemente sería lo mismo.

Están los que, paradójicamente, no están, porque andan por el espacio exterior, por la estratósfera, con los pies bien lejos de la tierra.

Hay quienes no tienen un espacio propio, están un ratito en cada lado. Quizá no tienen mayores pretensiones; y si las tienen no importa, aguantan así, de aquí para allá y de allí para otro lado.

Están los que parecen tener el don de la ubicuidad, porque parece que están en varios espacios al mismo tiempo.

Hay quienes construyen espacios de diálogo, se empecinan en promover la magia de la comunicación. Crean espacios para convocar, compartir, disfrutar en grupo.

Están los que se encierran, ocupando un espacio en silencio; cuidan su espacio e inflan la burbuja que los protege.

Hay quienes prefieren un espacio para la reflexión, para los momentos y los templos personales.

Están los que desde su espacio brillan. Son una estrella en lo suyo.

Hay quienes nacieron para estar en el espacio de la primera fila, para no perderse detalle.

Están los del espacio del fondo, que desde allí atrás pueden vigilar y criticar, en voz baja y socarrona.

Hay quienes alegran los espacios sólo con su presencia. Y están los otros, de los cuales mejor ni hablar, ni escribir.

Usted, que está leyendo, ¿en qué espacio está?

Yo aquí, terminando este pedacito de espacio virtual.

Gracias por venir, lo espero pronto de nuevo.

Pase sin golpear, la puerta está abierta, y le dejo un lugarcito.

6 de marzo de 2008

Velocidad

En la mayor parte del mundo se vive a máxima velocidad.


La minoría quizá esté en el Tibet, y en algunas ciudades y pueblos que, sin saberlo, viven al ritmo de la filosofía de las ciudades lentas.


Por su parte, las autodenominadas ciudades lentas quizás estén tan apuradas en ser fieles al rótulo que se contradicen.


Es por ello que, salvo en contadas excepciones, una de las principales características de la vida moderna es el vértigo y la pasión por la rapidez.


Algunos pueden echarle la culpa al capitalismo rampante, y decir que el apetito a conseguir y acumular siempre “más”, puso tan de moda la fiebre glotona que el “más” se le pegó también a la velocidad, para convertirse en “más rápido”.


¿Quién querría algo lento?

Solamente aquellos que se preocupan en perder precisión o calidad por culpa de la velocidad.


O quienes piensan que el trayecto es más importante que el destino y prefieren disfrutar de la travesía.


También están los que saben que las soluciones rápidas no siempre funcionan, porque tienen claro que, para algunos temas, el ritmo cadencioso y el paso del tiempo superan en importancia a la velocidad.


La reflexión, también requiere de tiempo. Por cada idea genial que de tanto en tanto aparece, hay millones de pensamientos, planteamientos, argumentaciones.

Por eso, aunque la mayoría crea que la velocidad es importante, yo considero que hay que tomar con-ciencia, que quizá la única ciencia es la pa-ciencia.

Como decían algunos en las sierras cordobesas, “despacito por las piedras” para no tropezarse en el río, o “si estás apurado, andá despacio”.

Si Usted llegó hasta esta frase, está salvado, o al menos está a tiempo: significa que puede tomarse un minuto para leer algo que no le produzca ningún efecto positivo inmediato, rápidamente.

Aunque le advierto, tampoco logrará con este texto ese tipo de efecto a largo plazo.

Así que, por favor, ¡vuelva rápido a lo que estaba haciendo!

29 de febrero de 2008

Así somos

Me gusta cuando la gente es consciente de lo que hace, dijo el psicólogo
No soy materialista, dijo el banquero
Todo marcha sobre ruedas, dijo el capitán del barco
Hay que verlo con el arquitecto, dijo el ingeniero
Me gustan quienes van de frente, dijo el agente encubierto
Lo mío es siempre de buena fe, dijo el abogado
Tenemos todo bajo control, dijo el jefe de la policía
Lo que me gusta es improvisar, dijo el ajedrecista
Hay que ser original, dijo el imitador
Lo mío es puro vértigo, dijo el equilibrista
Te tomo la palabra, dijo el contador
Me gusta andar sin vueltas, le dijo el taxista al turista
Lo hago por mi público, dijo el artista (y el narcisista)
Te recomiendo lo natural, dijo el ingeniero genético
Prefiero decidir sobre la marcha, dijo el planificador financiero
No hay nada que hacer, está todo bien, dijo el consultor
Te lo digo de onda, dijo el porteño
Me gustan las cosas concretas, dijo el filósofo
Lo mío es ir a la segura, dijo el jugador de póker
Te la hago fácil, dijo el burócrata
Hay que ser realista, dijo el soñador
No te lo dejo corto, dijo la peluquera (y el mohel)
Tenés que vivir con los pies en la tierra, dijo el piloto de avión
No te vas a arrepentir, dijo el gerente del casino
Hay que comer menos harina, dijo el panadero
Esta es para toda la vida, dijo el vendedor de computadoras
La apariencia es lo de menos, dijo el arquitecto
No sabía nada, dijo el periodista
Somos carne de cañón, dijo el general
Es un placer servirle, dijo el esclavo
Se acabó la corrupción, dijo candidato
Cada uno tiene lo que se merece, dijo el militante de izquierda
Me conformo con poco, dijo el capitalista
Yo soy un tipo simple, dijo el oligarca
Está todo claro, dijo el radiólogo
Ya basta de abusos, dijo el financista
Me molestan aquellos a los que se les va la mano, dijo el ginecólogo
Prefiero solo que mal acompañado, dijo el guía turístico
Me revienta andar corriendo de un lado a otro, dijo el maratonista
Hay que cortar con la mala onda y dar energía positiva, dijo el vendedor de diarios
Podés contar conmigo, dijo el traidor
Seguro que no falla, dijo el programador de sistemas
No hay que mirar atrás, dijo el historiador
Hay que meterle ganas y darle para adelante, dijo el pesimista
Yo me encargo solo, dijo el ecologista
No me gusta meterme en lugares oscuros, dijo el proctólogo
Mejor andar sin rodeos, dijo el paseador de perros (y el relacionista público)
Con las minas de otro no me meto, dijo el minero
Nada como la comida casera, dijo el cocinero del restaurante
Yo no me la creo, dijo el cineasta
Me gusta hacer la mía, manejar mis horarios y tomar las cosas con calma, dijo el motoquero
Siempre hay que ir un poco más allá, dijo el control aduanero
No hay que dejar nada librado al azar, dijo el croupier
Estoy en mi mejor momento, dijo el enfermo
No me gusta meterme en cosas de otros, dijo el detective privado
Hay que dejar pasar algunas, dijo el que controla el peaje
Me revienta esperar, dijo el paciente
Nada como la libertad, dijo el domador de fieras
Lo importante es la salud, dijo el vendedor de golosinas
Nada como dar la cara, dijo el titiritero
Soy un tipo de principios, dijo el extorsionador
Hay que tomar las cosas con seriedad, dijo el chistoso
Lo hacemos por los consumidores, dijo el empresario
No me vengan con inventos raros, dijo el empleado de la NASA
A veces es mejor no cambiar y quedarse así, dijo el vendedor de autos

¿Se te ocurren más? Esperamos tu contribución al texto “Así somos” en el blog Juego de Palabras, http://dariocutin.blogspot.com/

21 de febrero de 2008

Contáctenos, queremos su opinión

Para pautar temas en Juego de Palabras le agradeceremos se contacte con nuestro departamento comercial a cutind@hotmail.com. Tenemos excelentes precios y promociones para optimizar el posicionamiento de sus productos, servicios y organizaciones. Recibimos pagos en efectivo, instrumentos financieros y especies. Se aceptan canjes.

Por temas editoriales puede dirigirse a cutind@hotmail.com, pero le alertamos que si lo suyo es un pedido de cobertura de algún tema en particular será remitido de manera inmediata al departamento comercial.

No atendemos por teléfono porque estamos muy ocupados procesando solicitudes de publicidad y artículos pagos, entre otros temas de vital importancia para nuestra subsistencia. Además, todavía no hemos contratado un call center en la India, en Costa Rica, o en Córdoba, Argentina. Nuestro CAPEX para el 2008 no lo tiene previsto por el momento.

El compromiso de responsabilidad social corporativa de Juego de Palabras incluye que la empresa donará el 0.0000000000000000000000001% de sus ingresos a la Fundación Juego de Palabras, una organización sin fines de lucro que trabaja con numerosos terceros interesados en promover el uso totalmente desinteresado, innecesario, juguetón e inservible del lenguaje.

¿No nos conoce y cree que leyó esta información por error? No se preocupe, visite http://dariocutin.blogspot.com/ y lo entenderá todo.

A pedido: caer en la trampa

El gran problema de la comunicación ha sido siempre, es ahora y será para el resto de los días la retroalimentación.

Cuando uno escribe o realiza cualquier acto de expresión sin un fin determinado, o con un fin diferente al de obtener ciertas respuestas y sugerencias, puede verse en la difícil situación en la que estuve hoy.

Hace casi 20 años que tengo este punto de vista: el problema es el diálogo, porque lo que la otra parte diga puede afectar irremediablemente el curso de las palabras, e incluso hasta de la acción. Eso es sumamente peligroso, amigos.

Un monólogo, en el mejor de los casos en privado, no tiene interrupciones ni se ve afectado por las opiniones y comentarios de terceros. Fluye como uno quiere. Es casi la expresión de la libertad más absoluta. Es el estado más puro de la falta de diálogo.

La retroalimentación es un flagelo aterrador porque siempre genera inconvenientes, como el de hoy, día en que he caído en la trampa de la comunicación. Peor aún, para que la paradoja sea mayúscula, he sido objeto de un pedido de alguien que se dedica a las relaciones públicas (como yo, para los que no saben cómo me gano el pan y las empanadas).

Esa persona me ha solicitado que escriba sobre un tema en particular. Es decir, fue activada una modalidad no planificada para este blog: el formato “on demand” o “a pedido”.

Desde el fondo de mi conciencia surge una frase de ética elemental que se salvó de la negrura general de la misma: “no hagas lo que no te gustaría que te hagan”.

Eso lo aprendí hace más de 16 años en mi casa. El 33% de los lectores de este blog (si mis dos hermanas lo siguen leyendo) puede corroborar este comentario.

Por lo tanto, debo suprimir la tentación de apelar a las respuestas fáciles, aunque lacerantes:

1. Te agradezco la sugerencia, pero ese tema no coincide con la línea editorial de este blog (no importa que sea desconocida para la mayoría de la gente, o incluso para mi mismo)

2. Es un excelente pedido, se lo voy a presentar a mi editor (no tengo, ni tendré, ni merezco tener uno, aunque me ayuda gente muy buena que me avisa cuando se me escapan errores de ortografía, pero no me escracha destacándolos en la sección de comentarios).

3. Lamento decirte que no aceptamos sugerencias de temas. (¿Por qué no?, ¿acaso no puede ser parte de un juego de palabras también responder al inicio del desafío temático?)

4. Ya cerré el blog de hoy y no tengo espacio. (Lo que sobre en un blog es espacio).

5. Veré si lo puedo incluir. (La acción clásica es evitar la publicación y esperar a que la persona que solicitó el tema se olvide del asunto o no persevere. Esto es imposible, quien me hizo el pedido me ve casi todos los días en el mundo real, y ahora me lee en el virtual, entonces hace que esta estrategia sea infructuosa).

Si no puedo negarme, sucede un efecto gramatical y matemático ineluctable: dos negaciones afirman. Ahí está el detalle casualmente… tengo que escribir sobre el tema que me han solicitado incluir en mi blog, lo que significa que transgreda a sus tres principios editoriales fundacionales, que son evitar escribir sobre lo siguiente: las cosas que me pasan o que hago, la gente que conozco, y las relaciones públicas.

Traiciono mi intención para respetar mi ética personal, por eso escribo sobre lo que me solicitaron: mi opinión acerca de qué significa prestar atención al detalle:

1. Es parte de la forma de ser de una persona. Es el interés de que no se nos pase nada, es sentirse responsable y estar atentos a todo el 100% todo el tiempo. Refleja el respeto a los otros y, por lo tanto, a nosotros mismos (en este momento necesitaría una tecnología que inicie música de violines en la PC a quien acaba de leer la palabra “mismos”).

2. Es generalmente algo que se trae de nacimiento o se aprende tempranito en la vida. Con los despistados, negligentes, arrebatados, desprolijos y desorganizados hay poca esperanza. Pero aunque sea escaza, mejor no perderla. Y tiene que aparecer un redentor que los encause.

3. Es un don que debe usarse en su justo grado y dimensión. El exceso desmesurado de atención al detalle bordea con la obsesión y puede tener un efecto paralítico: de tanto revisar nos pasamos el tiempo evaluando y corrigiendo, revisando y mejorando.

Creo que he cumplido con lo justo. No me sobra nada. Y “sin querer queriendo” utilicé otras técnicas que los medios ponen en práctica habitualmente y perturban la vida de los relacionistas públicos: tocar el tema, escribir un poquitito al último de un artículo larguísimo y por lo tanto donde casi nadie lee; no poner ni siquiera el nombre de quien hizo el pedido; incluir un título que no tiene nada que ver con el tema.

Entonces, a final de cuentas no quedé bien conmigo, porque me traicioné, ni con la otra persona, a quien es probable que no le sirva este texto. Otro caso de dos negaciones, así que por definición gramatical y matemática, este final es absolutamente positivo.

19 de febrero de 2008

Esperanza

Esperanza es una palabra maravillosa, porque sirve de rótulo para una de las sensaciones más lindas de la vida.

Tener esperanza es contar con un estado de ánimo positivo respecto de la posibilidad de que algo bueno suceda, de que logremos lo que queremos, o de que otros consigan lo que desean.
Por lo tanto, para tener esperanza hay que ser positivo. No me imagino a un pesimista o a un escéptico con esperanza. Puede que haya personajes que anden por el mundo con lo que habitualmente denominamos “mala onda”, y que tengan esperanza de algo. Si los hay, seguro que se les va a pasar.

Quiero alertarlos, de todas maneras, que si bien tener esperanza es algo reconfortante, porque genera un efecto en el organismo muy parecido al bienestar y la felicidad, el sentimiento incluye un componente que puede volverse peligroso: no hay esperanza sin espera, ni tampoco sin riesgo de que lo que deseamos no se cumpla.

Entonces, la esperanza puede ser la antesala al disfrute y la alegría. O, por el contrario, el prólogo a la desazón (esperan-zas!). Esta última posibilidad es un resultado exclusivo de la razón, por lo tanto a los de verdadera mente positiva no les va a importar, porque ellos se guían siempre más con el co-razón.

Espero que este pensamiento les guste, y los encuentre en un momento en que estén más cerca de lograr lo que quieren que pase.

17 de febrero de 2008

Dicho y hecho

¿Cuánto es el trecho del dicho al hecho?

En algunos casos ese trecho es muy largo… quien se dedica a decir lo que hay que hacer, indicar por dónde ir y cómo proceder, declarar lo que hay que realizar y lo que no, pero nunca implementa lo que dice, generalmente pierde su credibilidad. Puede ser muy sabio en sus consejos, pero, al no aplicarlos, les quita su valor... al fin y al cabo, ¿por qué no hace lo que dice?

En otros casos, el trecho del dicho al hecho es bien cortito… Quien hace lo que dice suele ser respetado por consecuente, congruente. Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo de su forma de pensar y de su comportamiento, pero al menos comprueba que sigue los dictados de su propio librito. Genera cierta admiración por hacer lo que dice que se debe hacer. Pero solamente gana el respeto de los demás si su forma de pensar y de actuar es la correcta.

Yo prefiero a los que entran en una tercera categoría: los que no tienen trecho que cubrir del dicho al hecho, porque hacen sin andar predicando las razones o motivos de sus comportamientos. No andan dando consejos por todas partes, pero actúan de la manera correcta. No son opinadores de todo, pero si alguien les pregunta algo, tratan de guiar al preguntón a que encuentre su propia respuesta, de la mejor manera posible.

Para estos últimos, los riesgos de perder credibilidad son mínimos, y nadie los considerará desubicados por andar dando consejos por todos lados, sin que se les haya preguntado nada. La magia está en encontrar este tipo de gente, y saber qué y cuando preguntarles para aprovechar su sabiduría.

Y usted, ¿en qué grupo está?

14 de febrero de 2008

Así pasa

Suele decirse que “las cosas” pasan porque tienen que pasar.

Que las situaciones se den o no se den depende de muchos factores. Dicho así, nadie podría discutir la frase. O si, dependiendo de su nivel de belicosidad verbal.

Debería detener el pensamiento allí, y punto. Pero lo voy a complicar…

Si se consideran las opciones generales de por qué pasan (o no pasan) “las cosas”, podemos considerar las siguientes:

  • El destino (una forma de determinismo religioso, si se quiere)
  • La mano invisible (gracias al liberalismo)
  • Algún poder metafísico (puede ser Dios, la fortuna o la energía que une al universo, por ejemplo)
  • El alineamiento de los astros (en este caso, sería algo súper físico)
  • La confabulación de dos o más personas (no podía faltar la teoría conspirativa)
  • La falta de políticas del estado (me lo dictó un profesor de ciencias políticas)
  • La excesiva intromisión del estado (resabio del consenso de Washington)
  • Uno mismo (un pensamiento motivador porque nos coloca como forjadores de nuestra realidad y, por lo tanto, nos responsabiliza por nuestro futuro)
  • Muchas otras opciones
  • Una combinación de todos los anteriores

Puede haber gente seria, filósofos o físicos cuánticos, místicos y sociólogos, entre otros, que se gane la vida argumentando sobre las razones anteriores, o algunas más sofisticadas.

Pero también está el saber popular, la sabiduría de la calle, que ante lo inexplicable define la situación con categoría y contundencia: “por algo ha de ser”.

11 de febrero de 2008

Atención a la ilusión

Las palabras ilusión y confusión comparten mucho más que su final.

Entre las definiciones de ilusión, la Real Academia Española incluye dos relevantes a este pensamiento:

1. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.
2. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.

La primera corresponde al plano sensorial, se refiere, por ejemplo, a las ilusiones ópticas. La segunda, mucho más poética, es de la familia de los sentimientos.

Por su parte, según la misma fuente rectora del lenguaje, la confusión incluye el desorden, la perturbación, y hasta quizá el error.

Lo interesante del caso es que todas las definiciones pueden mezclarse. Porque cuando una ilusión es la esperanza de conseguir algo que está teñido por una mala jugada de nuestros sentidos, nos puede dejar profundamente confundidos, y llevarnos a cometer un error.

Por eso es mejor no leer mucho el diccionario, y no confundirse: la alegría y los finales felices suelen frecuentar más a las almas poéticas, que prefieren la esperanza.

Llamar la atención

Para llamar la atención, una persona debe destacarse por algo, contar con alguna característica especial, diferente, distinta. Ser o tener definitivamente más, o menos, de cierto atributo físico o metafísico.

Si no logra entrar en esa categoría, también puede llamar la atención a otros, pero en el otro sentido de la expresión. Porque "llamar la atención" también significa retar, regañar, indicarle a un tercero lo que está o hizo mal, o lo que se olvidó de hacer.

No debe llamar la atención que haya personas que sean especialistas en llamar la atención, en los dos sentidos posibles de esta combinación de palabras.

En cualquiera de los dos casos, quienes perciben a quien llama la atención, o quienes reciben el llamado de atención, deben considerar seriamente llamarse a silencio. No vaya a ser que digan algo que no corresponda, y se encienda la llama de la discordia.

Con tantos llamados, algunos no correspondidos, me acordé de una publicidad argentina, vieja, pero exitosísima: la de la "llama que llama". ¿Se acuerdan? Aquí va un link para despertarles la memoria: http://www.youtube.com/watch?v=Ge_dZT75CII

9 de febrero de 2008

Casualidades

Causa y efecto es generalmente lo que precede a lo que la mayoría de la gente considera una "casualidad".

Estar en el momento exacto en el lugar adecuado. Encontrarse y reencontrarse. Conocerse y vincularse.

Enfrentar una situación difícil, que en el instante parece derrumbar todo lo que uno tiene, como paso previo a una reconstrucción o un renacer.

Creemos que la casualidad promueve el encuentro, o que la suerte nos reencausa y nos guía con su control remoto.

Puede ser, nadie lo sabe con precisión.

Pero en la mayoría de los casos, quienen hacen las cosas bien, toman decisiones con inteligencia y corazón, con el tiempo reciben lo que dan.

Y cuando empiezan a recibir tienden a pensar que es una casualidad.

8 de febrero de 2008

A jugar se ha dicho

Las palabras son flexibles.

El papel aguanta todo, suele decirse, y a decir verdad la Internet es más permisiva.

Entonces, la cuestión se ha definido: jugaré con las palabras en este blog.

El que quiera leer y quizá divertirse un rato, puede hacerlo. Sin presiones ni urgencias, ya que no hay nada de que informarse.

Es puro entretenimiento, sin otro tema que el recurso maleable del lenguaje.

Algún día también puede aparecer una buena ocurrencia o pensamiento.

Estoy esperando que llegue ese día, porque sin duda sería muy especial --al menos para mi.

6 de febrero de 2008

Riqueza

Me di cuenta desde un principio, pero lo hago público en este momento. Lo dejo escrito para siempre...

La realidad cambiará en el futuro, siempre lo hace antes del comienzo del mismo ciclo, del momento en que se empieza a repetir la historia.

En este instante, sin embargo, está congelada.

Es la realidad de no tener un título, ni tener un propósito. No hay nada en especial para comunicar ni para decir. Quizá sea la inercia. El temor a no hacerlo. No quedar en el vacío. Seguir la corriente, no perder la ola.

Cualquiera sea el rótulo, en este momento usted puede comprobar que por el momento este blog no tiene un motivo, no tiene un horizonte, ni una razón de ser.

No tengo nada definido, por lo tanto lo tengo todo por delante. Entonces, nadie me puede quitar la riqueza de tener todo por definir. No cotiza en la bolsa, y jamás perderá valor.

Paso a paso

Internet es vértigo. Cambio constante. Un blog debe ser el carril rápido de la autopista. Debo ser constante con mi velocidad de acción en todos los planos de la realidad y lo virtual. Por eso, ya voy entrando en ritmo y sincronía. Un "post" cada cuatro meses es un testimonio de ese progreso. Sigo avanzando paso a paso. Quizá la próxima vez que escriba algo sea el día que reciba el primer cheque de la jubilación. Pero seguiré intentando. Mientras tanto, hoy es un día histórico, porque también tengo página web. No me privo de nada, claro. Pueden visitarla en http://cutind.googlepages.com/home