3 de junio de 2008

Momentos y momentos

Hay momentos y momentos.

Algunos no pueden ser capturados ni por la mejor cámara.

Son momentos que se le escapan hasta al cineasta más experimentado.

Uno busca al mejor escritor y no los puede describir.

Organizamos un simposio de sociólogos, psicólogos y otros logos y, entre todos, no los pueden explicar.

Son instantes únicos, de felicidad plena.

Solamente los podemos captar nosotros mismos, desde nuestra perspectiva individual, con el corazón.

Los protagonistas suelen ser aquellos que definitivamente son el centro de nuestra vida, aunque a veces queden a un costado por lo ridículo de las circunstancias.

Si usted en algún momento se ha sentido así, estamos en la misma.

Seguramente tiene alguien en la vida que lo hace muy feliz. Y, en el mejor de los casos, varias personas que lo hacen muy feliz.

Si bien las estadísticas suelen ser tergiversadas, direccionadas, falsas o equivocadas, me atrevo a decir que en el 99% de los casos esas personas son familiares directos (con un margen de error de 5%).

Si esto es así, le recomiendo que haga algo: préstele atención a esa gente.

Porque los momentos de los buenos son los que justifican que uno esté aquí, de paso por esta vida.

A los momentos intrascendentes hay que erradicarlos. Nadie debe perder el tiempo, es un bien demasiado valioso.

Y a los momentos desagradables, en tanto sea posible, hay que evitarlos, aislarlos, atomizarlos, circunscribirlos, eclipsarlos, enviarlos a Siberia.

La estrategia a seguir es evitar que esos momentos empañen cualquiera de los momentos buenos, de los que valen la pena.

Sin embargo, como suele suceder con las estrategias, el desafío no es su definición, sino la implementación.

El día que encuentren la clave para llevar esta estrategia a la práctica, de manera infalible, me avisan por favor.

Por mi parte, si descubro el secreto, con todo gusto escribo un libro y me hago millonario. ¡Que momento!

1 comentario:

Paula dijo...

Los momentos que más me ayudan a "eclipsar" los malos, son esas veces en que mi hijo mayor tiene una de esas ocurrencias y/o preguntas estrafalarias que sólo a los niños se les pueden ocurrir. Esos momentos sí que vale la pena guardarlos y quitan los malhumores cotidianos!!