31 de mayo de 2008

Las cosas y el lugar de la nostalgia

Quienes me conocen saben que hay un concepto comunicacional que me gusta mucho, y es el de la proxemia. Se refiere a la comunicación no verbal según el manejo y la utilización de los espacios.

La ubicación en el espacio de las personas y de los objetos constituye, en sí, un mensaje.

El ejemplo clásico es el televisor en la “cabecera de la mesa”, ocupando el lugar tradicional del líder de la familia.

Es interesante tener en cuenta que la rotación de los objetos en los espacios en los que estamos con mayor frecuencia o donde pasamos más tiempo puede generar un cambio significativo.

Siguiendo lineamientos del feng shui o simplemente acomodando las cosas como nos plazca y parezca mejor, podemos notar esos cambios.

Les propongo un ejercicio: busquen algún objeto que esté relegado en su casa, en algún rincón o cajón, y pónganlo en un lugar más importante. Por ejemplo, saquen algunas de esas monedas que sobraron y quedaron “de colección” de un viaje a otro país, pónganlas en una cajita transparente y empiecen a usar eso como pisapapeles para las facturas por pagar. Esos objetos inanimados cobrarán (bueno, curiosamente deberían pagar) un lugar y una importancia diferentes. Pasarán de la ignorancia al centro de la escena.

Cambien de lugar las sillas de la casa, o los sillones. Los veladores, la mesa de luz. Ese cuadrito que está en un lugar que no se ve, que vaya a la cocina o al comedor.

El libro que más les haya gustado, pónganlo en la mesita de luz, para verlo siempre y recordar qué bien les hizo.

Y, por último, empiecen a rotar un poquito las fotos de los portarretratos y de las billeteras.

Hagan la prueba, y después me cuentan los resultados…

Ah, una idea más para quienes la posmodernidad sea algo viejo y no tengan fotos en papel en portarretratos o billeteras: si solamente tienen esos nuevos dispositivos electrónicos que muestran cientos de fotografías por día, o ven las fotografías en su celular, busquen ya mismo alguna foto vieja de sus seres queridos, o impriman una.

¿Ya la tienen? Ahora la colocan en la billetera, o en la cartera. Se la van a topar más seguido que nunca. Tres o cuatro veces al día: gran estrategia para levantar el nivel de nostalgia.

Y si con verla ya sienten alguito agridulce, le pueden dar un toque final al momento escuchando una canción. Les propongo tres que pueden disfrutar en Youtube:

Chega de saudade
Tú fotografía
Aún sigo cantando

Cuando se les pase el nosequé, busquen inmediatamente en persona o por teléfono a las personas que quieren y se lo dicen, antes que pasen a estar solamente en una foto y en el corazón.

Y luego, cuando la situación decante, nos cuentan a los que frecuentamos Juego de Palabras qué otras canciones podemos escuchar.

29 de mayo de 2008

Frotar la lámpara mental

De tanto en tanto, estamos tan concentrados en un texto que perdemos el contexto.

El pensamiento gira una y otra vez en torno a un mismo asunto, que pierde de vista el marco de la situación.

Nos empecinamos en ver una forma, y confundimos el fondo. O el fondo se funde con la forma, y perdemos totalmente la perspectiva.

Generalmente en esos momentos, cuando todo se ha vuelto muy confuso, decidimos desconectarnos. O simplemente lo hacemos, sin pensarlo.

Esa es una gran oportunidad para la mente. Ni bien baja de revoluciones, las ideas diferentes comienzan a surgir.

En un instante de calma, el río torrentoso nos da la oportunidad de ver por dónde cruzar.

Por lo tanto, si queremos encontrar la forma de frotar la lámpara mental, debemos acordarnos que el genio del ingenio aparece solamente cuando le damos un descanso a la máquina.

Es difícil lograrlo, pero hay que intentarlo.

Un par de minutos de paz y tranquilidad son un gran remedio para muchos temas que parecerían no tener remedio.

Cinco minutos, diez minutos, lo que sea.

Al fin y al cabo, si eso permite lograr el truco y "prender la lamparita", definitivamente vale la pena la dedicación.

Algunos le llaman relax; otros, meditación; algunos otros, relajación activa de la mente.

El saber popular usa rótulos como “desenchufarse”, “levantar el pie del acelerador”.

Sea lo que sea, con cualquier etiqueta que se use, es una búsqueda importante a la que nos tenemos que abocar.

Pero con cuidado, no vaya a ser que nos empecinemos tanto en la búsqueda que nos olvidemos para qué la comenzamos.

Hay que recordar cuál es el fin para que no nos pase como dijo sabiamente Quino una vez a través de una tira de Mafalda: “de tanto estar buscando la salida, nos olvidamos donde está la entrada”.

22 de mayo de 2008

Gente que busca aire

En el mundo hay gente que definitivamente está buscando una salida, la solución del laberinto. Un poco de aire entre tanta polución.

Un ejemplo concreto es que en la útima semana hubo muchas personas que buscaron en Google "palabras saludables" o "palabras ecológicas". Lo sé porque 10 de ellas ingresaron a este blog a partir de esa búsqueda.

Que momento. Y yo que justo estaba en otro lado y no las vi.

Realmente la mente humana tiene una libertad casi absoluta... que a alguien se le ocurra hacer esas búsquedas es porque realmente está tratando de encontrar algo.

Para bien o para mal, esas diez personas leyeron Salud y palabras. No me quiero ni imaginar qué buscaron después.

Justo en el medio

A veces uno anda medio cansado, o distraído, y justo aparecen las ideas. En el medio de la nada. Cuando la mente está a media máquina, suelta el ingenio.


Otras veces, en el medio de algo importante, surge una idea “medio buena” (expresión que en Córdoba, Argentina, significa una idea que, madurada, puede llegar a ser buena).


La idea de hoy está precisamente en el medio.


El medio es una palabra que no está ahí, haciendo equilibrio.


El equilibro que no suele encontrarse en los medios, que a veces son medio medios (en Córdoba = regulares). O que son lo que son, por eso tienen que exagerar o buscar la realidad más cruda o aguda y, por lo tanto, ubicarse más cerca de los extremos que del medio. Por eso, tanto periodistas tienden a ser extremistas.


En el fútbol suele decirse que el equipo que mejor se para en el medio tiene más chances de dominar un partido. Para los que somos hinchas de equipos que en el fondo dan lástima, y en la delantera son una lágrima, sabemos que aquello del medio no es ninguna garantía.


Mejor me alejo del deporte más popular porque si me quedo en el medio, como mi equipo anda medio mal, como siempre, me expongo a que mis compatriotas me carguen sin piedad. Antes que eso, prefiero estar por un rato en medio de la nada para evitar las gastadas.


Me voy para un costado, para decir que en cualquier profesión, estar contactados con la “gente del medio” es importante. Esta expresión es interesante, porque uno tendería a pensar que los que se destacan no están en el medio, sino bien a los costados, diferenciándose.


El problema se da en el mundo de la política, donde a la gente del medio se le llama entorno. Y el entorno está alrededor… lo cual crea un problema de ubicación, y entonces quedamos desubicados.


Punto.


Ya se acerca la media noche y la idea se quedó ahí, medio perdida.


Silencio.


Si estabas medio aburrido y leíste esto por casualidad, seguí participando.


Si llegaste medio de casualidad, y te aburrió, es una pena, ya tendrás más suerte. A medio mundo le pasó algo similar en algún momento.


El lado bueno del asunto es que aunque estés justo en el medio de este blog, la salida es fácil. Hacé click en este link, mirá esto y listo: te vas a otro mundo, otro tiempo, y desde el medio de la escena podrás ver qué pasa…

16 de mayo de 2008

Verbos y acciones

Hacer es mucho más que decir.

Pensar es mucho más que reaccionar.

Querer es mucho más que poder.

Soñar es mucho más que esperar.

Empezar es mucho más que planificar.

Perseverar es mucho más que intentar.

Participar es mucho más que estar.

Compartir es mucho más que tener.

Entender es mucho más que saber.

Escuchar es mucho más que hablar.

Guiar es mucho más que opinar.

¿Y escribir?

Escribir es mucho más que callar.

3 de mayo de 2008

Salud y palabras

Hay palabras saludables. Si uno las dice o las escribe, transmiten energía, alegran, crean un ambiente favorable. Son palabras ecológicas.

También hay palabras insalubres. Son portadoras de mala onda, de enojos, de negatividad.

El lenguaje nos permite ejercer una libertad fantástica: uno puede elegir las palabras que usa, y el momento en que las utiliza.

(Algunos aclararán que eso no es así en algunas partes del mundo, donde no existe libertad de expresión, pero aquí me estoy refiriendo principalmente al uso cotidiano del lenguaje.)

La libertad en la elección de las palabras es un derecho que debemos ejercer en cada momento.

Debemos conocerlo y ejercerlo a discreción.

Mientras pensás cómo lo usarás, te anticipo que en la mayoría de los casos, la gente prefiere compartir su tiempo con personas positivas, que irradian buena energía. Esas son las usuarias de las palabras saludables.

Es mejor estar cerca de quien tiene buena onda, buena vibra o como se quiera describir al que puede transmitir alegría y tranquilidad en lugar de frustración y pesimismo.

Basado en eso, creo que te va a ir mejor si te convertís en usuario de palabras ecológicas.

Estarás en el buen camino y vas a atraer a la gente correcta a tu lado.

Eso te dejará mucho más cerca de la sabiduría de un pequeño grupo que hay entre los que ejercen bien su libertad en la elección de las palabras.

Es un puñado de gente que no sólo es muy hábil en la utilización de las palabras saludables.

Esas personas, sumamente especiales, también tienen la virtud y sabiduría que les permite saber cuándo deben quedarse calladas.

Con su silencio muchas veces purifican el ambiente, contribuyen a una atmósfera saludable.

Esas personas son las que le dan valor a la frase “el silencio es salud”.

Dicho esto, mejor me callo, ya que será lo más positivo para el que haya leído este texto.