3 de mayo de 2008

Salud y palabras

Hay palabras saludables. Si uno las dice o las escribe, transmiten energía, alegran, crean un ambiente favorable. Son palabras ecológicas.

También hay palabras insalubres. Son portadoras de mala onda, de enojos, de negatividad.

El lenguaje nos permite ejercer una libertad fantástica: uno puede elegir las palabras que usa, y el momento en que las utiliza.

(Algunos aclararán que eso no es así en algunas partes del mundo, donde no existe libertad de expresión, pero aquí me estoy refiriendo principalmente al uso cotidiano del lenguaje.)

La libertad en la elección de las palabras es un derecho que debemos ejercer en cada momento.

Debemos conocerlo y ejercerlo a discreción.

Mientras pensás cómo lo usarás, te anticipo que en la mayoría de los casos, la gente prefiere compartir su tiempo con personas positivas, que irradian buena energía. Esas son las usuarias de las palabras saludables.

Es mejor estar cerca de quien tiene buena onda, buena vibra o como se quiera describir al que puede transmitir alegría y tranquilidad en lugar de frustración y pesimismo.

Basado en eso, creo que te va a ir mejor si te convertís en usuario de palabras ecológicas.

Estarás en el buen camino y vas a atraer a la gente correcta a tu lado.

Eso te dejará mucho más cerca de la sabiduría de un pequeño grupo que hay entre los que ejercen bien su libertad en la elección de las palabras.

Es un puñado de gente que no sólo es muy hábil en la utilización de las palabras saludables.

Esas personas, sumamente especiales, también tienen la virtud y sabiduría que les permite saber cuándo deben quedarse calladas.

Con su silencio muchas veces purifican el ambiente, contribuyen a una atmósfera saludable.

Esas personas son las que le dan valor a la frase “el silencio es salud”.

Dicho esto, mejor me callo, ya que será lo más positivo para el que haya leído este texto.

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