Algunos intentan ganarse el pan pensando para que otros hablen.
Otros no piensan antes de hablar. ¡Y se arma cada lío!
Están los que hablan como si nunca hubieran pensado. Y los que cada vez que hablan demuestran que pensaron bastante bien lo que dijeron.
Algunos piensan todo el tiempo y no se deciden a hablar nunca.
Otros piensan muy poco y hablan mucho.
Están los que casi no piensan, pero tampoco hablan.
Y los que piensan mucho y hablan un montón.
Algunos se dedican a pensar sobre lo que otros piensan, mientras otros piensan sobre lo que otros hablan.
Por su parte, están los que hablan sobre lo que otros piensan.
Alguien habla y piensa que lo que dijo es lo que piensa, y que los otros entendieron lo que dijo, y lo que piensa. Y está equivocado. Pero nadie se lo dice, y si lo hace, quizá el primero no pueda o no quiera entender lo que le dicen.
Y en la vereda del frente hay alguien que dice algo, piensa que nadie lo entiende, y resulta que fue el más claro de todos.
Mientras muchos piensan y dejan de pensar, y otros hablan y dejan de hablar para interrumpir, hay unos pocos que se dedican a hacer.
Quizá lo que hacen lo piensan bien. O no. Simplemente improvisan.
Pueden hacer lo que hacen para hablar de eso. O simplemente para hacerlo, para ellos mismos.
10 de junio de 2008
Pensar, hablar, actuar
Etiquetas:
Comunicación,
Filosofía de café,
relaciones públicas
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