9 de abril de 2008

Decí que sí, por favor, y ¡vamos todavía!

Una de las maravillas del lenguaje es que lo permite prácticamente todo.

Si bien a veces las palabras son escasas, y en ese momento son los gestos y las acciones los que realmente transmiten los mensajes, en términos generales el lenguaje tiene un poder estupendo.

Es la herramienta que permite que nos comuniquemos.

Que unos y otros entremos en contacto e intentemos ponernos de acuerdo en temas menores y de los otros, como qué es el mundo, qué somos nosotros, para qué estamos y qué debemos hacer para que nuestro paso por el planeta sea placentero, beneficioso y provechoso.

Las palabras tienen una fuerza tremenda, que puede ser utilizada para transformar, convocar, consensuar, lograr adhesiones.

Son como una varita mágica, a la que todos tenemos acceso. El secreto mejor guardado, porque está a la vista (y el oído) de todos, pasando desapercibido para muchos.

Debemos usar el poder maravilloso del lenguaje con cuidado, mesura y buenas intenciones. Aún cuando es gratis, como casi nada.

Entonces, empecemos por promover el uso de algunas palabras.

El ejercicio es simple: elegí tres palabras que consideres que tengan un efecto positivo, o que parezcan útiles para transmitir mensajes y vibraciones favorables para quienes nos rodean.

En otras palabras, tres que tengan buena onda.

Las podés sacar de tu mente, de tu corazón o del diccionario. Hay miles, aunque lo mejor es empezar con solo tres o cuatro.

“Alegría”, “esperanza”, “optimismo”. Cualquiera que te guste, que te haga sentir bien y que pueda ser utilizable en un diálogo hoy mismo.

Una vez que decidiste qué palabras transformadoras usarás, es el momento de pasar del pensar al actuar.

Hoy verás muchísimas, muchas, varias o algunas personas.

Probá tus palabras, recordando que son una varita mágica.

Sólo sirve el ejercicio si empezás a utilizar las palabras hoy mismo. El secreto se desvanece en instantes, así que aprovechá el tiempo.

Lentamente, verás qué resultados se obtienen. Hay que tener paciencia, porque lo inmediato a veces demora.

Si conseguís una sonrisa o una buena reacción, el esfuerzo habrá sido ampliamente meritorio.

Eso sí, hay que tener cuidado con algo importante: para que la magia perdure hay que evitar algunas palabras.

Considero mejor eludir su enunciación, para que este mismo mensaje mantenga su carácter positivo.

Lo que sí puedo decirte es que, como en un imán, hay palabras que pertenecen definitivamente al polo positivo. Del otro lado, está el polo opuesto. Cualquier palabra que uses de ese “otro lado”, que atraiga lo que es mejor que esté lejos, hará que la varita mágica se esfume.

Entonces, recordá: hay que usar el poder transformador de la palabra con cuidado, mesura y buenas intenciones.

¿Lo vas a hacer?

Decí que si, por favor, y ¡vamos todavía!

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