19 de febrero de 2009

La gente y el humor

El humor es a veces como un viento loco, que cambia de dirección de un momento a otro.

Pero, en general, suele mantener ciertas tendencias a nivel individual.

Hay quienes tienen del bueno, contagian alegría y generan el antídoto ideal contra la mayoría de las situaciones que son malas en esta tierra: la risa. Hay que estar cerca de esta gente, porque son felices.

Los que tienen del malo son los que están de moda en los libros de hoy, caratulados como personas tóxicas. Son la criptonita que elimina los superpoderes de la gente que habita esta maltratada tierra.

Los que van en decadencia son los que tenían buen humor y se les está deteriorando. Van por un tobogán peligroso, implacable, del que sólo se puede salir con un salto arriesgado, pero necesario.

Quienes están en ascenso son los que transitan el proceso de cambiar la amargura por el refrescante sabor de la alegría. De vez en cuando una sonrisa, una risita, y se van acostumbrando. Para ellos, dentro de poco, estará todo bien.

El humor es una profecía autocumplida, una actitud y una prueba de nuestra identidad.

Los que están perdidos en el espacio son los que no tienen sentido del humor.

Andan por el mundo sin darse cuenta que el humor existe. No entienden ningún chiste. Y jamás hacen uno.

Por cada persona así en el mundo hay otra que la compensa, que se pasa haciendo chistes todo el tiempo. Es la que, luego del exceso, cae pesada, sobre todo, con los que tienen mal humor o van en decadencia.

Todos los estereotipos son malos. Pero que los hay, los hay.

Entonces, usted seguramente encaja en uno de estos. La pregunta es: ¿en qué grupo está?

Piénselo.

Si es feliz o está en ascenso, siga así.

Si es tóxico o está en decadencia, tómelo con soda.

Y con un poco de humor empiece a arreglar el problema.

1 comentario:

Paula dijo...

Me encanta el tema del humor. Hace un tiempo, en un post preguntabas si alguien quería sugerir temas; de haberlo hecho, hubiese sido
éste!
Estás en un descanso dominical inspirado, buenísima reflexión!